viernes, 18 de febrero de 2011

La ausente (XXXVI)


No sé si soy por suerte un buen poeta
o nada más que un bardo miserable
sin interés alguno para aquellos
que aprecian de algún modo la poesía.
Si dentro de 100 años –si aún hay mundo-
habrá quien se emocione con mis versos
o si hablará de mí con gesto adusto
un docto profesor de 6 a 7
a sus alumnos de literatura.
Si un grupo de académicos mediocres
con aires asfixiantes de grandeza
me otorgará con pompa un galardón
por mi obra a modo póstumo,
y editará un volumen de 1000 páginas
–selecta antología-
con una introducción de 900
y el resto dedicado a mis poemas,
sin corregir apenas sus flagrantes
faltas de ortografía.
Si alguien recitará junto a mi tumba
“yo sólo existo cuando tú me nombras”,
“me duele el porvenir si estás ausente”
o “el último confín de la tortura”,
o no habrá tan siquiera quien dedique
una mirada exigua a mi epitafio:
“Aquí yacen los restos de un cretino
que quiso refugiarse del silencio
jugando a ser poeta.”
Si alguien sabrá que fuiste tú la musa
del sueño sin aurora, la quimera,
que hirió mis horizontes y mis huellas,
dando a luz a este ocaso, a estos mis versos,
o no serás siquiera polvo anónimo
excluido eternamente de la historia.
No sé, jamás podré saberlo. Y, la verdad,
no me importa un carajo
ese ser o no ser de ser poeta
presente o con derecho a hallar un hueco
somero, tras mi muerte, en el Parnaso.
Lo único que ansío, que me importa,
es poder susurrarte, entrañas mías,
un poema hecho con emes,
con haches aspiradas,
sin metáforas,
una noche de excelsa luna llena,
antes que este alarido que se pudre
brutal y amordazado en mi garganta,
me ahogue para siempre en la elegía
que entono a duras penas por tu falta.

2 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

Yo no sé que pasará con tu poesía, si alguien leerá tu palabra en su hora de literatura, sólo puedo decir que a mi me perfora el alma.


Te abrazo y te abrazo.


M.

Friki dijo...

Tus versos: fresca melaza en mi febriles labios