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(Mantis)
Tengo los sentidos en carne viva,
Todos sedientos, y el sexo dormido;
Sangre en los ojos del pájaro herido
De inviernos, y en la lengua la nociva
Putrefacción de los muertos. Arriba
Con el viento un aroma corrompido
Penetrando hasta el pecho, y en mi oído
Se clava como garras la lasciva
Melodía del silencio. Mi piel,
¡Oh dios, mi piel!, ya no es más que un desierto,
Azotado por tormentas de hiel
Y arena amarga, que se seca, abierto
En canal, sin el oasis de miel
De una caricia o un beso despierto.
Fotografía: Paul Bakker
1 comentario:
¿Un soneto?, muy clásico, me ha resultado curioso identificar las rimas. Y como siempre, seductoras.
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