Tanto tiempo ya
Usando este alma
Perecedera
Que a veces me acompaña
Y las más
Alocada se empeña en correr
Por su cuento y riesgo
-De hadas y quimeras inventadas-
A través de páramos de cieno polvoriento
E infinitos baches y piedras del camino
-Terrible abrirlo al andar
Como dijera el poeta-
Qué he comenzado a sentir
Alarmado
Que hay algo que no marcha.
No sé
Si será
La transmisión o los frenos
La suspensión
O algún manguito picado
Puede
Que la dirección mal alineada
O el alternador
O el dibujo de los neumáticos
Casi perdido en el asfalto
O, lo más probable
-Que yo
No entiendo de mecánica de almas-
Que de todo un mucho.
La cosa es
Que todos estos achaques periféricos
Han terminado por afectar
-pienso que gravemente-
Al buen funcionamiento del motor
Que apenas soporta el dolor que le acarrea
Cada explosión del carburante
En dirección a ninguna parte.
He tratado de darle solución
Cambiando el mapa de carreteras
-Pero Michelín, Guía CAMPSA…
¿Qué más da?-
O metiéndola en un túnel de lavado
Pero en todos
Habían cortado el agua
Por falta de pago.
Por último
Sin más esperanza posible
He buscado en las páginas amarillas
Por si un taller apropiado
En la A de alma o más bien de almario
En la C de corazón descorazonado
En la E de esperanza sin mañana
En la R de religiones salvadoras
-A ser posible orientales-
Y en la L,
Y en la I –por supuesto griega-
La B
La P
Y vuelta a la A
La C…
Alfa, beta, gamma
Omega.
Pero el alma
No entiende de colores
Abecedarios
O páginas atiborradas de vacío.
Agosto de 2006
2 comentarios:
En la P, el Taller Poesía, allí te arreglan la junta de la trócola del alma.
Je, je... Sí, debí comenzar por ahí.
Un abrazo.
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