Visitando el blog de leuma, he podido leer una interesante entrada que me ha recordado este texto que escribí el 18 de septiembre de 2006.
Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.
José Martí (Versos sencillos)
Cuando Consuelo Velázquez, siendo aún una adolescente, escribió “Bésame mucho”, no podía ni imaginar que ésta sería, si no la que más, una de las canciones más cantadas, más grabadas y más traducidas a otros idiomas de todas las compuestas en español, ni que sería utilizada como banda sonora de un buen número de películas. “Bésame mucho” ha sido interpretada, entre otros muchos, por José Carreras, Los Beatles, Cesária Évora, Linda Ronstadt, Lucho Gatica, Frank Sinatra, Plácido Domingo, Tania Libertad, Los Panchos, João Gilberto, Nat “King” Cole y por aquel muchacho de Memphis que aún sigue siendo “El Rey”. Y, por supuesto, por el sin par Antonio Machín.
No obstante, el rotundo éxito alcanzado por la sencillez de la letra de este, sin duda, maravilloso bolero no debería resultar extraño ni sorprendente. Porque resume a la perfección lo que es el ser humano. No sólo de pan vive el hombre nos dice uno de los refranes más conocidos y repetidos. Y es cierto. Aunque sin “pan” muere el cuerpo, una vez satisfecha esa necesidad básica del organismo, el afecto se impone como la necesidad más importante del alma (entiéndase el concepto despojado de connotaciones de carácter teológico, así como de cualquier tipo de naturaleza o esencia eterna). El ser humano, para serlo, necesita ser emisor y receptor de afectos, pues sólo de este modo puede alcanzar el atributo intrínseco de ser social que lo define y lo dota de la fuerza necesaria para seguir caminando sobre la Tierra, tanto a modo particular, como colectivo. Afectos que se pueden resumir en el sublime acto de un beso, pero que pueden adoptar formas casi infinitas: Por una mirada, un mundo, / por una sonrisa, un cielo, / por un beso… ¡yo no sé / que te diera por un beso! que dijera Gustavo Adolfo. Miradas, sonrisas, caricias, abrazos, palabras, o silencios, como símbolo y sustancia de complicidad y empatía, de amor o cariño, en el sentido amplio de estos términos, a la postre, sinónimos.
¿Cuántas obras de la literatura universal, ya en prosa, ya en verso, han sido paridas por la Musa de los afectos, ya sea en la abundancia o en la carencia?, ¿cuántos personajes de leyenda han muerto de desamor o por defender el apego? o ¿cuántos poetas se han dejado escapar la vida por la ausencia del amado o la amada? ¿Se puede morir a causa del desafecto? Sí; aunque en los certificados oficiales de defunción, bien individual, bien colectiva, que también han muerto revoluciones e imperios, puedan figurar otros diversos motivos explicativos como causa del deceso. Muerte del alma y, en ocasiones, en cuerpo y alma.
Se cacarea continuamente que la depresión es la “patología” más extendida del presente. Pero, realmente, ¿no resultaría más lógico pensar que la enfermedad más pavorosa que nos asola es la falta de afecto, y que, más que en causas meramente psicológicas, hunde profundamente sus raíces en condicionantes de carácter social? Vivimos en un mundo donde priman la competitividad frente a la cooperación, el “divide y vencerás”, y el triunfo entendido como la derrota y el fracaso de los demás en lugar de como el progreso de todos, y, en un contexto como éste, es imprescindible la atrofia de los afectos para el fortalecimiento del sistema sobre las ruinas sociales. En un ambiente tan sumamente hostil para la esencia del ser humano, la mayoría de los individuos subsisten con sus afectos muy contados, precarios, pendientes de un hilo, y cuando ese hilo se rompe quedan completamente aislados, solos, desamparados, impotentes… Y de aquí a la depresión sólo hay un paso tan corto que no necesitamos de ningún empujón. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de esa depresión? ¿Ese hilo que se rompe o la carencia general de afectos que nos acecha y nos viene siendo impuesta desde antiguo?
No es de extrañar que uno de los objetivos principales de la mayoría de los falsos moralistas y profetas del caos, no sólo de carácter religioso, sino también y principalmente de carácter socioeconómico (por mucho que se enmascaren tras un disfraz urdido con las supuestas palabras de dioses inventados), que pululan por este mundo, pertrechados de caja registradora y afán de poder, sea la castración de los afectos. Cuando el afecto crece, cuando la empatía se universaliza, cuando el ser humano quiere y se siente querido de forma diversa y multi-direccional, y por encima de intereses y absurdos sentimientos de culpa, crece como ser social. Y en este contexto no tienen cabida los proxenetas ávidos por hacer comercio ventajoso y ventajista a cualquier precio. Porque si todos dan y todos reciben, ¿qué razón de ser le queda a la competitividad?
Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez, para que amanezca mañana, que tengo miedo a perderte, para no terminar perdidos, perdiéndonos, en la soledad y en el aislamiento en los que somos una presa fácil y desvalida. Para crecer como individuos y como especie. Tienen tanto valor un beso, una mirada, una palabra de ánimo, en definitiva, la complicidad y la empatía, la cooperación, que no tienen precio. Entonces, ¿por qué llegamos a vender tan caro un abrazo? ¿Por qué tememos que en ese acto de afecto, en el que no hacemos más que ayudar y ser ayudados a crecer, nos sea robado algo? Especialmente, cuando ya hemos sido despojados de casi todo, muchos hasta del pan y el agua.
Amaos los unos a los otros, dicen que dijo alguien. A la vista está que, tras tantos siglos, no ha conseguido demasiados seguidores, ni siquiera entre los que se autoproclaman como generales de sus ejércitos. Hoy prima “hacer la guerra”, y el amor, en el sentido amplio o en el estricto de la expresión, como prefieran, es considerado como una cochinada o una cursilería propia de débiles y fracasados.
Pero bueno, ¿qué voy a decirles yo que no hayan ya dicho eminentes teólogos, psicólogos, sociólogos, filósofos o poetas? ¿Qué argumentos puedo expresar que les ayuden, y me ayuden, a aventurarse-aventurarme a la inmensidad del mar, abandonando la aparente seguridad de su-mi isla desierta? Ninguno. Sin embargo, there’s nothing you can do that can’t be done… All you need is love.
Yo, por si acaso, sigo, cada mañana, esperando que alguien se acerque y me abrace sin motivo, incluso por encima y en contra de posibles motivos, y tratando de encontrar los receptores (que forma tan fea de nombrar a los seres humanos, pero el contexto tal vez lo requiera), que no estén en “stand by” u “off line”, para transmitirles mi sonrisa. O mis lágrimas. Como si fuera la última vez. Irredento, pero cada día con menos esperanzas, para qué negarlo. El enemigo es poderoso y yo, como ustedes, me encuentro dividido, por no decir roto. Besos y abrazos.
9 comentarios:
YO me pregunto en qué momento mi hijo dejará de besarme, morrearme, morderme, babearme y pase a ser todo rutina de cumpleaños y despedidas.
Un abrazo fuerte, sincero, y espero, compartido.
PAQUITA
Magnífico texto Rafa.
Tenemos hambre de abrazos, de caricias, de besos...
Informe sobre caricias.
Mario Benedetti.
1
La caricia es un lenguaje
si tus caricias me hablan
no quisiera que se callen
2
La caricia no es la copia
de otra caricia lejana
es una nueva versión
casi siempre mejorada
3
Es la fiesta de la piel
la caricia mientras dura
y cuando se aleja deja
sin amparo a la lujuria
4
Las caricias de los sueños
que son prodigio y encanto
adolecen de un defecto
no tiene tacto
5
Como aventura y enigma
la caricia empieza antes
de convertirse en caricia
6
Es claro que lo mejor
no es la caricia en sí misma
sino su continuación
Besos, abrazos..... Muchos, para tod@s.
Ufffffff
Rafa, creo que es uno de los mejores artículos, y con el que más de acuerdo estoy, que he leído en mi vida.
Un beso.
Te ha salido un texto-alegato de afectividad, de una bellísima elocuencia, propio del gran poeta cuando se detiene a nalizar el por qué o el origen de "esas cosas" que sustentan a los versos.
Profiteroles bañados en cacao al brandy y té a la menta
Gracias por tu referencia, como ves repito en tu blog, :).
Creo que es un post fantástico sobre la soledad, el apego, las caricias,...Ojalá nos besáramos más todos, mucho, mucho más. Besos.
P.D. Has oído hablar de las neuronas-espejo implicadas en la empatía?
Muchas gracias larrey, Paquita, el viento, maría, kai, leuma por vuestro comentario. Me alegra que os haya gustado y que compartáis mis reflexiones.
Leuma, gracias por aparecer de nuevo, estás en tu casa. Sobre las neuronas-espejo no había oído hablar, pero he estado bicheando por internet para ver de que va la cosa. Muy interesante, sin duda. Y un campo de investigación, tal vez imprescindible.
Abrazos.
Rafa, échale un vistazo a minombre.es, hay algo colgado que me ha sugerido este texto tuyo. Espero que te guste. Abrazotes
Vaya... me dejaste pensando mucho.
Como diría Alejandra Pizarnik al rubricar sus cartas, "te mando un cariño mental".
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