domingo, 31 de mayo de 2009

Dos (monólogo a dos lenguas en la Luna)


Dices que ya no sabes quien soy. Aun admitiendo que duele, no puedo decir que tal afirmación me extrañe; hace tanto que perdí mi identidad, que ni yo mismo me reconozco en mis vestigios: soy otro, otro que no se identifica en la espantosa vocación de nada que lo abruma… ¡Me ha cambiado tanto la tristeza! ¿Dónde está aquél que se dejaba abrazar en tu mirada? ¿Dónde, que, mientras más lo busco, más se me pierde? Somos dos islas a merced del muro salobre que alzamos una aciaga mañana de galerna. Y ese mar de espinos grises que ulula y crece a la par de los glaciares, va devorando con ávido deleite los coágulos de mis latidos y quién sabe si también los tuyos. Bastaría con tender un puente precario sobre los pilares del afecto que enclaustrado nos consume. Pero la mar, insomne, lo sepulta sin piedad en el piélago de un olvido que nunca lo ha sido; esa falacia tóxica infectando cualquier huella y tornando lívida mi piel antaño hecha de auroras. Yo también te echo de menos, también me echo de menos, nos echo de menos. Te quiero. Mucho. Un beso.

La rana azul.


25 de octubre de 2007

sábado, 30 de mayo de 2009

Tres (monólogo a dos lenguas en la Luna)


Tú siempre quisiste pensar que era tarde, en tanto yo, torpemente, trataba de construir para nosotros un tiempo que, a pesar de haberse perdido, aún nos pertenece. Siempre, hasta el fin, hay tiempo; basta con volver a darle cuerda al reloj. Pero yo ya sólo tengo muñones y sombras que pesan como lo pretérito sobre mi espalda desgarrada de ángel caído. Y ahora todo depende de ti y de tus testamentos. ¿Podrías, antes de que el notario de fe del óbito solemnemente, legarme un abrazo en vida? Te esperaré hasta la tumba. Un beso.

La rana azul.


25 de octubre de 2007

viernes, 29 de mayo de 2009

Cuatro (monólogo a dos lenguas en la Luna)


“And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;”
Edgar Allan Poe

Hoy, repasando aquel amargo intercambio de palabras inútiles que perpetramos entonces, creo, sin llegar a arrepentirme, que jamás debí componerte aquel poema de 25 de octubre.

En aquel tiempo yo ni lo sospechaba. Pero ahora no me cabe duda alguna de que tú, quizá por miedo o puede que por aquel amor colmado de cristales rotos que con tanto esfuerzo nos negabas, habías edificado ya sobre nuestras ruinas un profundo desprecio por las intensas emociones que en mí despertabas y que yo no podía dejar de plasmar en mis versos desvalidos y sin norte. En cualquier caso, e independientemente de tu hondo desdén por el clamor herido de mi sangre… ¡era ya todo tan prosaico, que nada merecía uno solo de mis ripios!

No, no fue la distancia, fueron las lágrimas del sauce diluviando desde las ramas que, esquivas, abarrotaban con su aroma a maraña el cielo raso de la ciénaga. Ahora que ya nada queda, no me extraña que recordases el barro mancillando nuestras huellas y, como único amparo posible, abogases por la incomunicación y la intrascendencia, rememorando aquella oscura profecía que, al filo de una lúgubre medianoche, profirió el cuervo de Poe: señal de despedida que, con su graznido indeleble, tatuó sobre las palmas de mis manos, siempre tan vacías y alérgicas a los restos de pólvora, la sombra terrible de sus alas negras y sin vuelo.

De todos modos, reconozco que aquel “espalda contra espalda” con el que comencé aquella elegía, aunque por otros motivos a los que quise imaginar entonces, fue todo un acierto. Sí, espalda contra espalda; como dos extraños que se dan cita para un duelo a muerte.

Te enviaría besos, pero mis labios están ya tan secos que carecen de todo lo necesario para dar a luz el cálido color que ello requiere.

La rana sin azul.

29 de mayo de 2009

jueves, 28 de mayo de 2009

La cla

Era un individuo excepcional haciendo bulto. Inimitable, sin igual, todo un maestro. Tanto era así que amigos, conocidos y otros especímenes de la fauna suburbial que parasitaba aquellos páramos nunca dejaban de convocarlo para todo tipo de actos sociales: bautizos, bodas, juicios, comuniones, puestas de largo, ordenamientos religiosos, graduaciones, presentaciones de libros, ejecuciones, finales de Copa, inauguraciones, linchamientos, camas redondas, estafas, desfiles militares, juramentos de cargos públicos, asesinatos, funerales, despedidas de soltero… Era insuperable en ese difícil arte de incrementar la concurrencia pasando a un tiempo desapercibido. En una ocasión que necesitó de al menos una parte de aquellos sujetos para que le sirviesen como cla, al no presentarse ninguno de ellos, hubo de dividirse todo lo que pudo para así contar con algo de público. Nunca ya pudieron unir sus pedazos. Eso sí, la empresa gestora del salón de actos nunca supo a quien pasar la factura por la limpieza de tanta sangre.

Cinco (monólogo a dos lenguas en la Luna)

Es cierto: nunca nos juzgamos, nunca me juzgaste, y eso te honra. Pero, ¿sabes?, ahora, en esta distancia espalda contra espalda que me consume, pienso que tal vez hubiese sido mejor hacerlo. Puede que de ese modo hubiésemos podido perdonarnos -no yo a ti o tú a mí, hablo de perdón propio, de amor propio- por los pecados nunca cometidos, por tanto enconado empeño como pusimos en no consumar las mutuas tentaciones. También tienes razón en dudar de mi existencia. Porque yo ya me he desvanecido, lentamente me fui abismando en el vacío desde el instante mismo en que tú te marchaste -¿o acaso fui yo que te eché de mi lado o terminé por marcharme?; no sé, mis recuerdos también, con el destiempo, han ido difuminándose-. Y ya no soy ni la sombra de un espectro. Y tú, mientras tanto, como siempre, pensando que ya no tienes edad para casi nada, algo que es tanto como estar muerto. No, yo no existo, pero siempre te estaré escuchando por si te sirve de alivio verter sobre mi nada tus palabras. Pero, te lo ruego, aunque nunca hayas tenido edad para mí, comienza a pensar que sí la tienes para otras muchas cosas. Y vive. Que pases buena noche y hasta mañana.

La rana…

26 de octubre de 2007

miércoles, 27 de mayo de 2009

Seis (monólogo a dos lenguas en la Luna)



Nada de esto que me cuentas tiene sitio entre mis recuerdos. Puede que deseásemos con todas nuestras fuerzas que ocurriese, pero nunca sucedió. O tal vez sí, pero no soy capaz de recordarlo. Ya sólo alcanzo a recordar mi imagen en tus ojos mirándome. Mirándome con amor, con pasión, con deseo, aunque nunca quisiéramos reconocerlo. Estábamos atados por la fuerza de absurdos sacramentos ajenos y por el miedo al pecado -perdona, mi crudeza, lo más posible es que esté equivocado, aunque no puedo dejar de pensar de este modo-, pero sobre todo por tu infinita bondad que se negaba a causar daño, esa infinita bondad que hizo que quisiese estar siempre a tu lado. Pero, ya ves, el dolor propio o el de los otros pueden no depender de nuestros actos o de nuestras renuncias, y hoy siento un dolor espantoso en mis adentros. Sólo espero que a ti no te suceda lo mismo. A veces a escondidas escucho tu risa y quiero imaginar que vives feliz -eso me ayuda-. Pero no te preocupes por ello, no diré que he terminado por acostumbrarme, nunca se acostumbra uno a tanto dolor, pero sí he aprendido a sobrellevarlo, no sé hasta cuando, pues no cesa de crecer y crecer como un carcinoma del alma. ¿Sabes?, ahora deseo que todo esto que cuentas y no alcanzo a recordar hubiese sucedido, para no llevar ya para siempre en la memoria lo que nunca pasó y acabas de revelarme. Mi magia se ha consumido, ya no existe, pero te sigo echando de menos. Te quiero, te quiero mucho, pero te lo ruego de nuevo, no me vuelvas a decir que me añoras, ni vuelvas a anunciar que vuelves, sabes que después no puedes derribar los muros que alzamos aquella noche de diciembre, eso sí lo recuerdo, el justo momento en que comenzamos a cimentar las mazmorras heladas de aquel invierno que ha terminado por perpetuarse entre nosotros. Si algún día logras escapar de sus garras, ven sin más, ya sabes donde no estoy y que podría regresar de tu mano. Sólo tienes que darte la vuelta para dejar de estar espalda contra espalda, yo ya no puedo, ya sabes, el barro en los zapatos y mis pies de cieno.

Un beso.

La ran…

Ps. Si puedes, no fumes, el humo del tabaco nunca podrá llenar el vacío del alma, lo sé por experiencia. Voy a abrir mi tercera cajetilla de hoy.


26 de octubre de 2007

Siete (monólogo a dos lenguas en la Luna)

Ahora sé que esas risas tuyas que busco como bálsamo debajo de las sombras, son fingidas, que también la tristeza se ha tatuado en tus huellas; y acabo de perder, en consecuencia, mi débil y único consuelo. No, nunca nos arrepentimos de nada porque no hubo nada de lo que hubiésemos de arrepentirnos, porque lo poco que hubo entre nosotros, de lo cual ya nada queda, siempre fue limpio y luminoso hasta el instante mismo del eclipse. Un eclipse total. ¿Lo recuerdas ahora que ya sólo quedan las fauces de un astro fuliginoso acechándonos? Lo cierto es que ahora más que nunca, aunque hayas perdido tus creencias, me duele tu tristeza, me duelen tus lágrimas tanto o más que mi propio dolor. Dolor sobre dolor multiplicando la angustia. Ahora ya sé que no estoy triste. Porque yo soy la puta tristeza y así lo seré ya por siempre. Y, por mucho que a veces quizá puedas dudarlo, desde este momento me declaro muerto. Porque, aunque hace ya tiempo que perecieron mis dudas al respecto, me gustaba pensar que tú aún conservabas la esperanza de algún día volver a alentarnos mutuamente en la luz de la sonrisa. Sí, estoy muerto, ya nunca más tengas dudas. No te imaginas lo que puede llegar a doler estar muerto de este modo en que yo lo estoy; un dolor intenso, permanente y profundo que no cesa un sólo instante. Dolor del alma –o del hueco que quedó en su lugar- que recorre desbocado mis arterias sin latidos y me va agotando sin dar tregua y sin que haya ya esperanza de que cese. Porque sé que, pese a todo, nunca te habré de dejar de sentir como alguien muy querido. Amiga de mi alma que se fue para siempre llevándosela con ella. Sí, perdí mi alma. Pero ese afecto que quedó en el hueco enfermo que ocupaban mis entrañas, nada ni nadie podrá arrebatármelo; sólo desaparecerá con el último zarpazo del tiempo, cuando la muerte piadosa se lleve a este muerto en el que me he mudado tan sólo hace un instante. Te quiero. Un beso.

La r…

26 de octubre de 2007

martes, 26 de mayo de 2009

Ocho (monólogo a dos lenguas en la Luna)




Como de un tiempo a esta parte tengo los recuerdos permanentemente ocupados por este insondable vacío que inunda mi memoria, últimamente lo olvido casi todo. Así, no estoy seguro de haberte llegado a contar como, desde muy pequeñito, mi madre me enseñó que, en esta vida, para poder caminar mirando de frente a los demás era muy importante respetar su intimidad. Y, aunque yo ya no soy capaz de mirarte a los ojos, esa enseñanza se convirtió en uno de los valores que llevo a gala; tanto que apenas me cuesta ponerla en práctica. Aunque duela.

Yo también he bajado no dos ni tres ni ocho, sino infinitas veces al infierno; hubo una época en la que era arrastrado a sus abismos cada mañana, pero siempre una luz celeste empujaba con fuerza mis alas, ayudándome a regresar desde el vacío a mi alma. Hasta que un día esa luz derritió la precaria cera que unía mi vuelo al de las alondras, mudándome en serpiente. Desde entonces espero a Beatriz, pero yo no soy Dante ni conozco el secreto de los círculos. Fue el mismo día de ese eclipse del que tantas veces te he hablado. Y desde entonces no puedo mirarte. ¿Recuerdas que me pediste que me arrancase los ojos? No sé, tal vez no, pero yo lo recuerdo; aunque ya no puedo saber lo que fue realidad o tan sólo el fruto de la fiebre fría que lleva un eterno consumiéndome. ¿Qué hiciste con ellos? ¿Te los tragaste para digerir tu imagen en mi mirada o los dejaste olvidados sobre la barra de un bar? La verdad, no sé cual de las dos cosas preferiría.

Yo nunca conocí a tu madre ni a tu hermana. Y tampoco pude asistir a tu primera comunión ni a tu boda. Después quise recuperar todo ese tiempo que había perdido antes de conocerte, pero tú nunca quisiste dejarme avanzar más allá de las puertas de tu vida. Y las horas y minutos se hicieron muñones plagados de gangrena.

Y ahora, pensando en ti, veo, como desde el confín de la charca, va creciendo una enorme lengua de hielo que avanza hacia mí para devorarme. Cuando se cumpla el noveno círculo, meteré un céntimo bajo mi lengua -es tan escasa ya mi consistencia que creo que con eso será más que suficiente- y te diré adiós. Saluda a tu madre de mi parte y estréchala entre tus brazos; eso hará que yo también me sienta un poco menos solo. Ella tenía razón: se puede querer eternamente aunque la eternidad no sea más que una entelequia. Ya apenas te echo de menos; el frío que sube por mi columna vertebral comienza a adormecerme. Pero te sigo queriendo. Mucho.

L...

29 de octubre de 2007

lunes, 25 de mayo de 2009

Antinomia



Las de mercado son tan injustas, que nunca deberían haber sido llamadas leyes.

domingo, 24 de mayo de 2009

[{¬¬¬¬¬¬***}]


En sólo un verso,
Tres sílabas apenas,
Yace la lírica:
Aullido que es metáfora
De silente ultratumba.

sábado, 23 de mayo de 2009

El viento y nada más


Me dijeron que aquello que sesgaba mi aliento
No eran más que hojas secas que la atroz tramontana
Había desparramado, violenta, a tumba abierta,
Sepultando en sus ocres provisorios la senda.

Pero yo sospechaba que me estaban mintiendo.

Una noche sin nombre, cuando nadie celaba,
Subí a la copa adusta de un viejo diccionario
Que había entregado al viento sus últimas palabras,
Dispuesto a hacerme espera de un prodigio
Que aquel críptico enigma desvelase.

Bien pronto el vendaval me arrancó de sus brazos
Para unirme a mis dudas, sin piedad, despejándolas.

Desde entonces subsisto a duras penas,
Oculto de los perros que devoran
Sin tregua aquel montón rancio de huesos.

(De cuando e cuando un cuervo alza un graznido
Que, lúgubre, pregona un seco augurio,
Que, lúgubre, pregona un maleficio,
Que, lúgubre, pregona "nunca más").

viernes, 22 de mayo de 2009

Paradoja


Escribió un concienzudo manual para editores que nunca nadie se interesó en editarle.

jueves, 21 de mayo de 2009

En torno a las cenizas



“El lobo de tu ausencia me da caza.”
Raquel Lanseros.

Deambulo en una ergástula sin coto
Parida en los suburbios de la ausencia.

Aquí,
-------- lejos de todo,
Diciembre, en mi orfandad, se hace perenne
E irrumpe el desamparo en los pulmones
Con ese encono lento y pertinaz
Que destila el destiempo.

De noche el arrabal se muda en páramo
Do mora sólo un clan de lestrigones
Con hambre atroz y antigua de alimaña
Husmeando sin descanso el rastro herido
Vertido en el sudor que fragua el miedo:
Pugnando por poner tierra por medio
Que aleje mis estelas del licántropo,
Me enfrento con la sal de la nostalgia;
Y atónito de espanto ante el aullido
Que colma la intemperie de arduas ruinas
Tan sólo olvido el ascua de la aurora.

Y así, con el aliento de lo exánime
Lamiendo testarudo mi cogote,
Me embosco entre las sombras de los sueños
Tratando de esquivar la mordedura
Flemática, indeleble y ponzoñosa
De las causas perdidas.

Mas pueden más las fauces del insomnio:
La piel de los suburbios es frontera
Desnuda en la nevada de la pérdida,
Eterna retirada que se rompe
Al ver como el cadáver de la víspera
Devora mansamente sus talones.

Aquí todo es carencia;
------------------------------ la alimaña
Acecha sin piedad vistiendo ese cansancio
Que sólo puede urdirse en el telar
De la desesperanza.

--------------------------------- Lejos de Ítaca
Lo exiguo no se mide en meses, años
O instantes infinitos de renuncia;
Se mide en la distancia a la manada.

Ahogada el alma viva en sus cenizas
Sin un leve rescoldo alimentando
La hoguera que mantiene la esperanza,
Me rindo a la impiedad de la cellisca;
Y, raudo, saboreando el abandono,
Que, gélido, devasta el extrarradio,
El lobo de tu ausencia me da caza.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Símil


Igual que el desahuciado alza la vista
Buscando un techo tibio por cobijo,
Y solamente encuentra en lo insondable
Un firmamento anónimo y vacío;
Así,
Ya sin su estrella,
Mis ojos ciegos.


Ilustración: A.C. Escher

Presentación de “Sevilla, ciudad de las palabras”, de Concha Caballero


RDeditores TIENE EL PLACER DE INVITARLE
A LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO

Día 21 DE MAYO, JUEVES, A LAS OCHO DE LA TARDE
CARPA PRINCIPAL FERIA DEL LIBRO (PLAZA NUEVA)

El acto contará con la participación de
Isabel Pedrote
Rosario Valpuesta y
Rogelio Delgado.

FIRMA DE LIBROS:
7 a 8 tarde del día 21
y también tras el acto de presentación

SINOPSIS:

“Sevilla no es sólo un lugar, es también un sueño, una metáfora llena de historia y de sentido literario. Descubriremos la fuerza literaria de esta ciudad cuya construcción simbólica se inicia con Julio Cesar para extenderse con el exilio de los poetas andalusíes, los tiempos revueltos del siglo de Oro, las pesadumbres ilustradas, las aventuras románticas, el descubrimiento realista y el cosmopolitismo de los inicios del siglo XX. Este es un libro en el que nos sorprenderán los testimonios literarios recopilados sobre Sevilla y en el que desfilan por sus páginas tanto escritores sevillanos (Cernuda, Machado, Becquer,…), como españoles (Lope de Vega, Cervantes, Juan Ramón Jiménez,…) y, especialmente -por su aportación poco conocida- extranjeros (Lord Byron, Rilke, Pushkin, Chesterton, Sthendal, Dante, Dostoievski, Victor Hugo…)

También supone una meditación sobre la metáfora del sur que se atreve a romper los extremos y que defiende la ilusión de una rebeldía sensual, callejera, descarada y bulliciosa, junto a la intimidad del tiempo que se necesita para atender a la belleza.

Hablar sobre los escritores de Sevilla es hablar sobre la ciudad, indagar la elaboración de su sentido cultural, ese patrimonio de recuerdos que nos acompañan cuando caminamos por las calles.(…) Te aconsejo, curioso lector, que disfrutes del libro de Concha Caballero. Su inventario sevillano sirve para conocer la historia de la ciudad, para ponernos frente a sus metáforas y para responsabilizarnos de ellas sin dogmatismos, supersticiones o falsas promesas de pintoresquismo aguado. Es la responsabilidad de los buenos lectores”.

(Extraído del Prólogo de Luis García Montero)

martes, 19 de mayo de 2009

Islas remotas




Julio y Viernes de atroz hambre antropófaga.

Y, junto al delta azul, se petrifica, náufrago avasallado a la no espera del índigo bajel que en tiempo alguno (y si a veces jamás, por siempre efímero, siempre a lo lejos, siempre insuficiente). Fuera la mar, su Mal adentro, se hace sed, temporal perpetuo.
Y esta vez,
Por guarecerse del diluvio ansiado, sí aniquiló, desértico y salobre, al ignorado esclavo y sus aullidos; con impiedad, sin esperar siquiera.

Y, alienado en lo no otro, en lo muerto, y aislado, se encadena en los adentros de su irreconocido, extraño yo, serenamente hostil frente al corsario: sin puerta o llave, sin ruinosa balsa, sin remo temerario ni aun el reto de anhelados caníbales sedientos del ala de delfines verdes hacia.

Con el alba el Imperio una vez más enriscará su costa inaccesible, y el sol perpetuará sobre el Caribe su cenit de aberrante eclipse negro.

Hasta que sus ochenta días de vuelta tras vuelta, despreciados, se le pasen en vano, asaz monótonos, vacíos, alrededor de qué cosa, la nada, tarde, dilapidando el arduo envite tan dado por perdido de no entrada, sin abras, sin alisios, sin salida.

lunes, 18 de mayo de 2009

Chau número tres (Un poema de Mario Benedetti)


Una parte de Mario Benedetti nos ha dejado irremediablemente. El gran poeta uruguayo murió ayer en Montevideo a los 88 años de edad.

No ha muerto sólo el poeta, ha muerto también el ser humano, un gran ser humano, comprometido, solidario, único. Pero siempre quedará vivo algo de él en la gente humilde, en los que no se rinden, en los que por bandera tienen la defensa de la alegría, en los poetas. Hasta siempre, Mario; hasta siempre, maestro.

CHAU NÚMERO TRES

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

sábado, 16 de mayo de 2009

Adiós al diazepam


Nadie ha sido capaz de desentrañar los motivos, pero lo cierto es que, tras el accidente en el laboratorio, estuve varios meses sin poder pegar ojo. Y lo peor de todo es que la falta de sueño me sumió bien pronto en una permanente y pesada cefalea que llegué a pensar terminaría por hacerse crónica. Tras probar diferentes tipos de somníferos sin resultado alguno, el boticario del pueblo me habló de un método experimental que a lo largo de varias décadas se había dedicado a desarrollar en sus ratos libres. Fue así como comencé a arrancarme cada noche la cabeza. Resulta infalible; nunca antes en toda mi vida me había sentido tan descansado. No obstante, la asistenta que contraté para que me la vuelva a colocar en su sitio cada mañana, dice que no hay día en el que no me encuentre pataleando convulsivamente. En una ocasión enfermó, y no vino en una semana. Pensó que yo, tanto tiempo sin cabeza, podía haber muerto, pero no me encontró en muy mal estado. Me comentó que tal como me vio, no sería de extrañar que pudiese sobrevivir hasta nueve días descabezado, aunque yo aún no he alcanzado a comprender el porqué de esa tan precisa estimación temporal. Lo cierto -no me importa repetirme en este extremo- es que me encuentro más relajado que nunca. Y, lo que es más importante, con una fortaleza con la que considero que incluso podría salir indemne de agresiones tan colosales como una explosión nuclear. Debe ser por esa continua convulsión muscular que me acompaña mientras duermo.

viernes, 15 de mayo de 2009

También vale este llanto



“Y el llanto que se niega también vale”
León Felipe


Y yo, como Boabdil,
También me vierto en lágrimas
Desde un suspiro moro,
La luna ya menguada.

Son lágrimas que ciegan,
Hirientes, la mirada
Negadas a mostrarse
A un alba amenazada.

Mas bien sabe la aurora
Del llanto que atenaza
La pupila desierta
Con la noche cerrada;

Del dolor sin cauterio
Que mis sueños derraman,
De vigilia anegados,
Sobre el lecho sin mácula.

Y a mi lado no tengo
Ni a una infame sultana
Que me llame cobarde
Desafiando mis garras.

También vale este llanto:
Las lágrimas ajadas
Del guerrero que amando
Se rindió sin batalla.

jueves, 14 de mayo de 2009

Sarcasmo animal



En el puto subsuelo
por azar se encontraron.

-¿Cómo andas? -dijo el topo.

-¡Ya ves! -bramó el gusano.

A sal y cardo

Un mal viento, un descuido,
Un chirrido, un estruendo;
Y sin sombra, impolutas,
Bajo un sol sumarísimo,
La sed, la voz, la mano
A sal y cardo. A sal
Y cardo el horizonte,
Los paisajes quemados
De cellisca ateridos,
La piedra en el zapato.

Un mal viento, un chirrido,
Un aullido, un portazo;
Y yo, fuera en el frío

Sin mella en los colmillos,

Con las uñas intactas,
Las ansias virginales;
Y el mar, a sal y cardo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Ya no


Ya resulta imposible
Que emerja de las aguas,
Que conserve encendido
En la hondura un rescoldo,
Que regrese a su centro.

Ya no queda un cobijo
Templando la intemperie,
Un carbón que diluya
La escarcha coagulada
Bajo el mar del silencio.

martes, 12 de mayo de 2009

Histrión


Se enfrenta, con la aurora, al grave azogue,
Tratando de esbozar una sonrisa
Que sirva como ensayo a la monótona
Tragedia que reitera cada día;
Mas siempre lo traiciona la mirada,
Ventana abierta a su alma en cautiverio,
Cruzada por la mueca de un olvido
Que arraiga sin dar tregua en su memoria.

A veces, para ver, cierra los ojos,
Mas sólo quedan ya cristales rotos
Allá donde una vez de otras pupilas
Soñaba en aprehender lo que es poesía.
Sumido, por lo tanto, en lo prosaico,
Se viste de vigilia con desgana
Y olvida con frecuencia el afeitado:
Ocupan su demencia otros recuerdos
Que ya no reconoce como propios
Y estima nunca fueron ni un momento
Hoguera iluminando su escenario.

Jamás fue buen actor, pero, no obstante,
Debajo del telón que agria la lluvia
Y rumbo hacia las garras de la arena,
No elude naufragar charco tras charco

Aun siendo el desaliento su equipaje
E inútil la esperanza en ser salvado.

Llegado ya el instante de lo extático,
Teñida en sal su tez sin maquillaje
Y herido de una luz amarillenta,
Se eleva sobre un toque de timbales:
Debajo de sus pies el fino alambre
Se curva bajo el peso de la ausencia,
Y el vértigo insondable del hastío
Se muda inercia plúmbea ante el abismo.

Nunca hubo red que amparase su salto,
Pero hasta lo evidente fragua eclipses
Alados desafiando miedo y náuseas
Cuando un sueño de seda arde en la noche
Con fe de, con el alba, alzar su vuelo.
Mas ahora ya conoce la derrota
Del pútrido sabor que entre las sábanas
Deponen los amigos que se han muerto
Y el ansia que ata a un corazón lacrado:

No es fácil ser secuela de una pérdida.
Así que decidido a ser la estrella
Al menos una vez del espectáculo,
Fingiendo que resbala se hace dueño
Del vuelo que, postrer, lanza a las fieras
Su triste desazón frente al gentío
Que ansioso de oler sangre alza su aplauso.

Y, a punto de estrellarse en el albero,
Presiente que, mordaces, las panteras,
Sumándole en su ocaso otro desprecio,
Darán a sus despojos las espaldas.

Comparación



Junto a la herida abierta,
El bálsamo que nunca fue cauterio
------------------------------ Cuchillo se ha mudado,
Y en un balde metálico sin fondo,
------------------------------ Lisiado por la duda, a borbotones,
Su alma abierta en canal como un verraco,
------------------------------ Se derrama el poeta:

Jamás oirás gruñido tan genuino
Como esa ardua blasfemia que profiere
El bardo que está siendo destripado
En tanto en sus latidos terminales
Aún siente hambre de vida.

domingo, 10 de mayo de 2009

俳句 plagiario


Siesta frustrada.
Molesto, al dinosaurio,
maldijo Augusto.



俳句: Haiku.

Al límite del tiempo


Al límite del tiempo,
Bajo un cielo sin luz cayendo a plomo
Y con un denso hedor a óbolo rancio
Subiendo desde el agua más profunda,
Se pudren las razones de la aurora.
La sangre que enraizaba en el rocío
Venciendo con su llama al cruel relámpago,
Igual que un pez se escurre entre los dedos
Mudando en sal y arena
Carcomida
Su tosca piel de argento.

Sin luz,
Vuelo ni brío
Un trueno asola el trino del jilguero
Que, oculto de la noche entre penumbras,
Presiente lo infinito:
Se apaga el primer verso el grito el llanto…

Pero el dolor, el
Puto dolor,

Sigue.

sábado, 9 de mayo de 2009

Tácticas de guerra


Pensando igual que aquél,
Saber de su enemigo.

Se vistió su pellejo,

Siguió sintiendo frío;
Se calzó con sus huellas,
Siguió estando perdido;

Y al mirar por sus ojos,

también todo sombrío.

viernes, 8 de mayo de 2009

Inercia



El vértigo más íntimo,

Frente a la mar en calma.

Mirando al horizonte
A solas con el verso

Mientras cierra el celeste
Sin clemencia sus párpados.

Ya con la noche en ciernes,

Por qué no un huracán
Devastándolo todo,

Talando con sus garras de granizo
La raíz más intestina en la garganta:
El grito; y, más allá de su agonía,
Restaurar los dominios del estruendo

Vomitando el poema, descalabrando tácticas,
Preparando el silencio.

jueves, 7 de mayo de 2009

Escuchado en la habitación contigua en una pensión



-Háblame de las Musas.

-Las Musas,
dices;

Yo,
no las conozco.
Pero algo te aseguro: ni van danzando ni rasgueando un arpa.

-¿Entonces?

(Susurrando)
- Tienen garras.

Cuento a la luz de la luna


El sapo que quería ser princesa, pero al ver su reflejo en el estanque, sentía repugnancia a ser besado. Fue una pena que nadie le contara que todos los reflejos en la noche suelen ser pardos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

(Ciber)poética estrambótica


No más son ya mis versos sucio SPAM,
Que, triste y contumaz, de cuando en cuando,
Irrumpe en tu PC de contrabando,
E, igual que a un ripio basto y charlatán,

Anula, sin dejar rastro en la RAM
Ni que hayas de ordenar ningún comando,
El filtro de tu e-mail, daga amputando
Mi voz, mis esperanzas y este afán

Que pugna por colmar Tus Documentos
Con salmos que, cargados de futuro,
Destierren para siempre estos momentos

Que eternos se me antojan de tan duro
Que se hace tu mutismo a mis sedientos
Mensajes estrellados contra el muro

Tan sólido y hermético,
Que alzóse en el camino cibernético
Mudando este soneto en cisma oscuro.

Sin causa


sin culpa
ni alegato

sin perdón


sin pruebas
ni cadalso

sin coartada

sin juez sin fe sin nada

martes, 5 de mayo de 2009

Todo por decir


A qué mentirme ahora, a qué fingir
que aún conservo una sonrisa, el único
lenguaje que quizá
un día en común tuvimos.

Coraje


Cuando ese navegar contracorriente
Que imponen viento y mar desfavorables
Se escora amordazado en la resaca,
Sólo queda apretar puños y dientes,
Y hundirse con la sal ahogando el verbo,
En tanto, pavorida, la esperanza
Se abate igual que rata por la borda
Huyendo de los sueños que naufragan.

lunes, 4 de mayo de 2009

AMOR PROPIO:


qué no daría yo
por dejar de hacer daño

Apisonadora


Espera uno atrapado en el asfalto
Que acuda una mujer con flores tiernas
A abrir grietas de luz al pavimento
Que aflojen la mordida del desahucio;

Que estallen abolidos los portazgos
Fraguados de naufragios sin marea,
Y al alba se desprendan del rocío
Efluvios con aroma a puerta abierta.

Mas, plúmbea, en los ladridos de la noche
Se palpa una fragancia de aguas muertas
Que colma de alquitrán boca y pulmones;

Y ocupa la matriz de los deseos
La gélida semilla de un destierro
Perpetuo tras los muros de la pérdida.

sábado, 2 de mayo de 2009

Capitulación


Desairado el aliento de su boca,
Deambula entre cenizas sin rescoldo
Asido del pulmón de acero fatuo
De los sueños.

Ilustración: “Ondina”, de John William Waterhouse

Contrastes


Aun dentro del redil,
mejor negra.

viernes, 1 de mayo de 2009

Marasmo


Más allá de esta calma
Quizá no haya una orilla.
Mas la sal sin estelas
Al velamen prendida,
Es galerna ululando
Perpetua en la sentina.