Cada vez que un terraplanista alza la voz para defender sus delirantes teorías, una paloma con diarrea defeca encima de la estatua de Aristóteles en la plaza Aristotelous de Tesalónica, y sendos dolores de muelas hacen que los espectros de Galileo y Copérnico aúllen durante toda la noche como perros en celo.
Mucha estatua pensante para tanto inepto vivito y coleando
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