son tantos los bombardeos,
tan poca cal, tanta arena,
tan descarado el saqueo,
la realidad tan obscena,
grisura tanta en la escena,
tan agónico el jadeo
de los que sufren condena
sin culpa para ser reos,
tanta mierda la que veo
desayuno, almuerzo y cena
en la prensa, ese tebeo.
Hay tantas risas de hiena
y llantos de magdalena,
tan triste en su coloreo
tan color de berenjena,
tan morá, tan nazarena,
la frialdad de la cadena
que en defensa propia, creo,
el pincel de Luis y Elena
-necesario maniqueo
para nada fariseo-
decide que fuera penas
y se pintan un museo
chute de belleza en vena
donde no es del todo ajena
con Warhol un coqueteo
ni unos cantos de sirena.
Donde suena el tintineo
de una bolsa más bien llena,
cegador el centelleo
de quilates a boleo
sobre tersa piel morena
de julietas y romeos,
tallado cristal de jena,
labios rojos de cereza
que te invitan al morreo,
vela blanca de recreo,
doble boggey, qué faena,
de Ferrari un ronroneo,
de Clicquot el burbujeo,
convirtieron Luis y Elena
el brillante azul egeo,
esos verdes de pébéo,
rojos, lilas, blanco, siena,
cadmios, cian… grises apenas,
en objetos de deseo.
Texto: Agustín Casado
Los marbellíes, desde que Hohenhole desembarcó por alli hace 70 años con su Marbella Club, habéis visto mucho lujo, glamour y refinamiento como para soñar cualquier cosa. Saludos cordiales
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