Daniel era un adicto al video digital de cada instante. Trabajaba en un periódico, al que aportaba la cara oculta de la noticia. Primeros planos con las emociones a flor de piel de personajes famosos involucrados en mítines y conferencias políticas, fiestas o encuentros literarios. Crónicas descarnadas de sucesos como atropellos o incendios. Su pasión era, sin embargo, la psicología.
Trabajaba con un grupo de madres de hijos problemáticos en el instituto del barrio. Éstas grababan los comportamientos más agresivos, egoístas, excéntricos y libertarios de sus hijos durante su estancia doméstica. Sus gritos al no querer hacerse las camas, sus enfados al no llamar a la aduana de su cuarto cuando se los requería para ayudar en la limpieza del hogar, sus chantajes monetarios para que reinara la paz familiar, sus comportamientos descarados y pasotas cuando volvían ebrios de las botellonas… Luego las madres proyectaban los videos en la sobremesa de los domingos a la familia reunida ante el televisor. Los adolescentes decían que aquéllos no eran ellos; los hermanos menores reían maliciosamente y los padres se hundían estoicamente en sus butacones, extrañados de haber criado con tantas libertades y mimos a esos engendros y monstruos antisociales. Daniel llevaba todo este material al neurólogo para que el robot comprendiera con qué individuos en edad primaveral habría de lidiar cuando se empleara de “canguro electrónico” en un próximo futuro.
(¢) Carlos Parejo Delgado
Voy a hurgar más por aqui.
ResponderEliminarHoy he leído esto:
ResponderEliminar"Taiwanés apellidado Chen, de 58 años, murió recientemente en un cibercafé tras jugar más de 24 horas seguidas a un famoso juego de combates , probablemente debido a un paro cardíaco."
En aquel país es costumbre habitual pasar días enteros jugando en cibercafés, por eso a la gente no le llamó la atención verlo echado en la mesa, son muchos los que se pasan días enteros ante el ordenador............diossssss !!!