Si en algo le había sido propicia la naturaleza, sin duda fue en un físico que pareciera hecho a propósito para la actividad deportiva, así como en su aptitud inconmensurable tanto para amar como para odiar. Y conoció el mundo del fútbol. Muy de cerca. Y bien pronto odió el deporte con todas sus fuerzas. En plena congruencia con su naturaleza. Por amor. Contra natura.
El deporte es la distracción de los que no piensan
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