jueves, 30 de septiembre de 2010
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El centro de la idea
no es nada, es un vacío.
El cogito ergo sum
no es más que una falacia:
el polvo vuelve al polvo,
todo calor al frío,
¿alguna vez ha sido
aquello que se acaba?
En este absurdo tránsito,precaria y aun agónica,
irreflexiva y trémula,periférica y leve,sólo la piel nos salva
del peso con que asfixia
la razón en lo cóncavo.
Impresiones sobre la jornada de huelga general (II)
AYER y hoy, los medios de desinformación y manipulación masiva al servicio del capital hablaron y hablarán mucho de la huelga. Y, entre los temas más destacados, sin duda alguna, traerán a colación la, a veces violenta, pero siempre coactiva, actuación de los integrantes de los piquetes informativos, esos demonios sin escrúpulos, esos vándalos, tratando de impedir que muchos ciudadanos pudiesen ejercer libremente su derecho constitucional al trabajo. Pero muy pocos o ninguno hablaron ni hablarán de la violencia de la coacción empresarial, de la espada de Damocles esgrimida en las sombras por el empresariado amenazando con poner de patitas en la calle a muchos trabajadores por el hecho de haber decidido ejercer su legítimo y constitucional derecho a la huelga; muy pocos o ninguno hablaron ni hablarán de las llamadas anónimas de trabajadores a sedes sindicales solicitando que los piquetes acudiesen a sus lugares de trabajo para así tener una excusa para poder ejercer ese derecho. Y ningún diario, ninguna radio, ninguna televisión, ningún tertuliano baboso y descerebrado habló ayer ni hablará hoy del más violento y cotidiano piquete que existe en “nuestra” España en la actualidad; ese que ayer impidió a 4 millones y medio de españoles, uno de cada diez, optar libremente y sin presiones a ejercer su derecho constitucional, ya a acudir a su puesto de trabajo, ya a declararse en huelga. Ni ayer ni hoy.
Impresiones sobre la jornada de huelga general (I)
“Teatro, lo tuyo es puro teatro,
falsedad bien ensayada
estudiado simulacro”
La Lupe
AYER, en el Parlamento de Andalucía, tras las rejas, los muros, las fuerzas policiales, parapetados -aun tan prosaicos- en el útero cálido y putrefacto de su burbuja de cristal de Bohemia, 103 miserables sin escrúpulos, 103 politicastros de baja estofa, de espaldas a lo que sucedía en la calle. 103 actorchuzos de tercera, 103 títeres pusilánimes y sin escrúpulos, simulando trabajar por y para el pueblo, en tanto en la tramoya de sus corrompidos corazones oficiaban el mismo aquelarre, la misma liturgia demoníaca de siempre; mientras, disfrazados de demócratas, ofrecían en sacrificio al anticristo del fascismo económico, a la bestia, a la dictadura del capital, la sangre, el sudor y las lágrimas de los ciudadanos, de los trabajadores, por treinta sucias monedas de vellón. Ayer, en el Parlamento de Andalucía, teatro, puro teatro; 103 miserables, 103 iscariotes de espaldas a la calle, dando la espalda al pueblo.
martes, 28 de septiembre de 2010
Estrella polar
Si sueño que te toco,
No te toco,
Pero te siente el tacto.
Un mundo alternativo, aun sin materia,
Anega los sentidos detrás de los espejos
Opacos del ensueño,
Alimentando ausencias,
Nutriendo el espasmódico aleteo
De las manos vacías,
El sexo sin aliento,
La sangre coagulada, el labio yermo.
Un corazón de pájaro te espera
Cautivo de la jaula de la carne
Y ansioso por hallar, tras el ocaso,
La clave de su vuelo, en una estrella.
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...
CHEWAKA está que trina, y en las últimas horas gruñe y gruñe y gruñe como antes no lo había hecho nunca. Tantos años luz pateando esas galaxias del demonio –o, lo que viene a ser lo mismo, de Darth Vader- y ahora van y le otorgan la poltrona que tanto tiempo llevaba esperando, a una astrofísica malaya que puede que domine a la perfección la teoría, pero que está absolutamente pez en todo lo relativo a la práctica.
lunes, 27 de septiembre de 2010
El poema
En tanto nos negábamos la piel,
Ansiando ser lujuria, a un tiempo sed y sangre,
Se hacían el amor nuestras palabras.
A oscuras, por no verse delatadas,
Ardientes susurraban, agónicas se ahogaban.
Muriendo, renaciendo, gimieron emes trémulas,
Jadearon hasta el éxtasis. Y al fin,
De tanto renunciar a hacerse carne,
Quedó sólo silencio sobre el tálamo;
Silencio virginal
Y un vástago sin nombre
Naciendo cada noche, aborto y llanto,
Desde mis dedos muertos.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Arco iris
Última voluntad de Lázaro
Por qué ahora que mi nada nada espera,
arriba inesperado lo esperado
antaño tanto tiempo. Tu llamado
-cuánta crueldad-, Señor, me desespera:
A qué ahora esta esperanza, hirsuta cera,
alzando en fuego fatuo lo apagado
te inquiero y rememoro, contrariado,
el lapso en que mi anhelo pereciera.
Me otorgas lo esperado mal y tarde;
ya sé de lo incompleto del deseo
mordaz que me concedes, que lo eterno
no es más que una entelequia, que no arde
perenne llama alguna. Dios, qué infierno
volver a arder; ¡ya vuélveme al Leteo!
arriba inesperado lo esperado
antaño tanto tiempo. Tu llamado
-cuánta crueldad-, Señor, me desespera:
A qué ahora esta esperanza, hirsuta cera,
alzando en fuego fatuo lo apagado
te inquiero y rememoro, contrariado,
el lapso en que mi anhelo pereciera.
Me otorgas lo esperado mal y tarde;
ya sé de lo incompleto del deseo
mordaz que me concedes, que lo eterno
no es más que una entelequia, que no arde
perenne llama alguna. Dios, qué infierno
volver a arder; ¡ya vuélveme al Leteo!
sábado, 25 de septiembre de 2010
La buena suerte
a Raquel
A veces compro un libro por azar
de algún autor por mí desconocido.
Sólo ha de ser poeta.
Entro en la librería y con los ojos
cerrados como noche de ancha niebla
lo elijo y leo luego algunos versos.
Si me gustan
comienza la aventura,
tal vez hacia un edén, quizá a un desierto.
Aquella tarde en Huelva tuve suerte;
había descubierto a una poeta
rotunda, inteligente, amable, fértil,
con una cadenciosa melodía
llevando suavemente en sus poemas
al éxtasis más hondo de la idea.
Más tarde esa poeta resultó
un ser humano humilde y generoso,
sensible, inteligente, amable, dulce;
y qué hermosa mujer, la puñetera,
aun vista tras los ojos de la niebla.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Motivos
La insoportable levedad de no saber
Estoy pensando en ti. No se qué sientes.
No digo ya por mí, digo por todo;
Los sueños, lo imposible, el miedo, el llanto,
Las huellas en la arena, la esperanza,
La risa, el horizonte, el desamparo.
Llevo pensando en ti casi 10 años.
10 años ocupando mi memoria,
10 años sin dar tregua como un cáncer
Que duele y crece y duele y duele y duele,
10 años sin saber ni haber sabido,
Qué sientes, cómo estás, ni si sentiste
Alguna vez metido en tu memoria
Doliendo mi recuerdo. Como un cáncer.
Sin saber que sentía. Si yo, acaso,
También te echaba en falta recordándote.
No digo ya por mí, digo por todo;
Los sueños, lo imposible, el miedo, el llanto,
Las huellas en la arena, la esperanza,
La risa, el horizonte, el desamparo.
Llevo pensando en ti casi 10 años.
10 años ocupando mi memoria,
10 años sin dar tregua como un cáncer
Que duele y crece y duele y duele y duele,
10 años sin saber ni haber sabido,
Qué sientes, cómo estás, ni si sentiste
Alguna vez metido en tu memoria
Doliendo mi recuerdo. Como un cáncer.
Sin saber que sentía. Si yo, acaso,
También te echaba en falta recordándote.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Las flores del mal
Hará ahora 15 días
Que me llamó en la tarde un editor
De esos de mala muerte y verbo fácil,
Diciendo estar interesado
En publicar mi obra completa.
Sin llegar a dudarlo un solo instante
Le respondí que no,
Que no eran mis poemas un producto
Que hubiese de poner jamás en venta.
El tipo me rogó que, por lo menos,
Dejase me contase cara a cara
Los muchos pormenores de su oferta.
Pensando que tal vez fuese un buen modo
De asesinar de forma divertida
El tiempo sin sentido que me sobra,
Me di cita con él, tras el ocaso,
En un sucio tugurio frecuentado
Por putas tristes y hoscos proxenetas.
Después de mucho hablar
-el tipo era insistente-,
De 3 ó 4 porros
Y más de 10 cervezas,
Llegamos a un acuerdo:
A cambio de tan sólo un ejemplar
Que habría de enviar con 13 rosas
Un día del 4º mes año tras año
A una casa hace mucho inhabitada,
Podría publicar lo que quisiera.
Mas sólo habría de hacerlo tras mi muerte
Y siempre que la misma aconteciese,
Violenta, repugnante, aterradora,
Manchando, salpicando mis escritos, las paredes,
De vísceras y sangre.
Pero hace tantos días –ya dije que unos 15-
Que empiezo ya a temerme que el sujeto
Tal vez se haya rajado
Y no dé cumplimiento a lo pactado
Sin firmas de por medio como suelen
Hacer los malhechores
Y alguna vez también los caballeros.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Pesar sobre pesar
No haber podido estar no haber sabido.
No haber estado allí
compartiendo el dolor
y tratando de hacer
menos cruda y luctuosa
solitaria y violenta
la impotencia que quiebra
la esperanza y el ánimo
cuando un tiempo que fue
lumbre de nuestro tiempo
muda en polvo y cenizas.
No haber podido estar no estar no haber
sabido no saber.
martes, 21 de septiembre de 2010
El desembarco
Cada mañana al despertar me digo
“este ha de ser,
este es al fin,
llegó mi día.
El día D
y la hora H, el desembarco
haciendo frente al frío,
desafiando
las minas enterradas en la arena,
las balas enemigas,
las piernas y los labios amputados,
el humo y el estruendo,
los cadáveres,
las vísceras, la sangre, la metralla,
los gritos de pavor de los heridos
que saben que se mueren,
que están muertos.
Este ha de ser.
Allá, tras de las dunas,
me esperan paz y calma, el armisticio
laureles de victoria, el paraíso.”
De súbito un impacto alcanza el pecho,
un plúmbeo proyectil de angustia y miedo
penetra, estalla, astilla, hace pedazos
los huesos, los pulmones, las arterias,
y abate la esperanza contra un mar que, hecho resaca,
arrastra sus despojos moribundos hacia el fondo
de un sueño pegajoso que se quiebra en el disparo
celeste en que despunta cada aurora.
Decesos
"Quisiera morirMuerto sin ti
ahora
de amor
para que supieras"
Idea Vilariño
Que has muerto,
Que, al quitarme tu vida,
Me quitaste la vida,
Te extinguiste, te fuiste
Como lo hacen los muertos.
Y yo aquí recordando,
Ignorado, olvidado;
Con tanta tierra encima,
Duelo, vértigo, espanto,
Sin morir aun tan muerto,
Escarbando en la tierra,
Llorándote, buscando
Un no sé qué en la nada.
lunes, 20 de septiembre de 2010
La oruga sepultada
Envuelta cada noche en el letargo
Del útero narcótico del sueño,
En sus dorados mágicos diseño
Un vuelo que me libre del amargo
Y hostil dolor que acopio tras mi largo
Reptar durante el día. Vano empeño;
Al alba, en su prisión, ese sedeño
Afán no obró el prodigio. Sin embargo,
Persisto en la razón de mi embeleco,
Haciendo caso omiso a los escombros
Que pesan como un mar sobre mis hombros:
Debajo de la ruinas hay un hueco
Somero donde, herida remembranza,
Se obstina en seguir viva la esperanza.
Del útero narcótico del sueño,
En sus dorados mágicos diseño
Un vuelo que me libre del amargo
Y hostil dolor que acopio tras mi largo
Reptar durante el día. Vano empeño;
Al alba, en su prisión, ese sedeño
Afán no obró el prodigio. Sin embargo,
Persisto en la razón de mi embeleco,
Haciendo caso omiso a los escombros
Que pesan como un mar sobre mis hombros:
Debajo de la ruinas hay un hueco
Somero donde, herida remembranza,
Se obstina en seguir viva la esperanza.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Deprecación
Acuérdate (un poema de José Antonio Labordeta)
Acuérdate de cuando fuimos niños
los turbios niños
de cuando fuimos vivos
por pura complacencia del destino.
Mudos.
Turbios niños
Callados
cuando fuimos niños
Creciendo
silenciosamente educados.
Nunca
fuimos realmente niños
en mitad del dolor amargo
de las guerras.
¿Y ahora?
nunca seremos nada
Nunca
es imposible así
con este aire de injusticia
brutal acometida
ante los ojos.
Acuérdate de cuando turbios
niños fuimos despoblados.
Nada como entonces
a pesar de todo.
José Antonio Labordeta, poeta, cantautor, actor y, entre otras muchas cosas, político honesto y sin pelos en la lengua (rara avis, pues), ha muerto la pasada noche en Zaragoza. Descanse en paz.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Aquel primer poema
a L.R.
Recuerdo con nostalgia
aquel primer poema;
aquel en que te hablaba
del brillo de una estrella,
un gnomo y renacidas
creencias en la magia.
No fueron buenos versos;
mas tú los valoraste
como si hubiesen sido
de Borges o Cortázar;
como una sinfonía
de Mozart o de Mahler,
o el Himno a la Alegría
de Ludwig van Beethoven.
Ya ves que, con el tiempo,
mis versos han ganado
en ritmo, rima y métrica,
así como en retórica;
mas ya no hablan de magia,
estrellas, fe, esperanza,
y suenan sus acordes
a endecha y elegía.
Y hoy que, cuando rasga
sus fúnebres mordazas,
tan sólo, a tus oídos,
estruendo es mi poesía;
recuerdo con nostalgia
aquel primer poema.
aquel primer poema;
aquel en que te hablaba
del brillo de una estrella,
un gnomo y renacidas
creencias en la magia.
No fueron buenos versos;
mas tú los valoraste
como si hubiesen sido
de Borges o Cortázar;
como una sinfonía
de Mozart o de Mahler,
o el Himno a la Alegría
de Ludwig van Beethoven.
Ya ves que, con el tiempo,
mis versos han ganado
en ritmo, rima y métrica,
así como en retórica;
mas ya no hablan de magia,
estrellas, fe, esperanza,
y suenan sus acordes
a endecha y elegía.
Y hoy que, cuando rasga
sus fúnebres mordazas,
tan sólo, a tus oídos,
estruendo es mi poesía;
recuerdo con nostalgia
aquel primer poema.
Seguidilla (X)
Sin tiempo ni lugar
soy a tus ojos,
como al ciego la luz,
el canto al sordo.
Pero, aun sin tiempo
ni lugar, soy fulgor;
tú, astro sin eco.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Delicuescencia
¿Que son duros mis versos?
Mas dura es la semilla
de la que emergen árticos:
el hueso del silencio.
Se atravesó, desierto,
fatal en la garganta,
ahogándola, bebiéndose
el aire de los sueños.
Y así desde el estiércol
insomne en que, pudriéndose,
quedaron, el poema
madura estéril, pétreo.
¿Que son duros? Con tiempo,
serán muda ternura;
lo eterno habrá mudado
en polvo su esqueleto.
Mas dura es la semilla
de la que emergen árticos:
el hueso del silencio.
Se atravesó, desierto,
fatal en la garganta,
ahogándola, bebiéndose
el aire de los sueños.
Y así desde el estiércol
insomne en que, pudriéndose,
quedaron, el poema
madura estéril, pétreo.
¿Que son duros? Con tiempo,
serán muda ternura;
lo eterno habrá mudado
en polvo su esqueleto.
29-S: con un motivo basta
El pueblo está tranquilo, como si no estuviese pasando nada. Al cabo, sólo han sido unos centímetros, y a base de toneladas de vaselina de las marcas la Roja, ahorasíahorametocaamí o, entre otras muchas, tonteríaslasjustas, ser objeto de la brutal sodomización de los poderosos, de las sanguinarias mafias económico-políticas que rigen nuestros destinos ya casi sin destino, puede llegar a parecernos que resulta hasta agradable.
Pero esta desmedida y hasta ahora nunca antes conocida ofensiva criminal del fascismo económico y sus pusilánimes mamporreros políticos de estómagos agradecidos y sonrisas profident sólo acaba de empezar. Y no cejará en su empeño hasta habernos succionado la última gota de aliento, de esperanza, y haber transformado nuestro presente en un páramo reseco y sombrío sin la leve luz de una utopía, y el futuro de nuestros hijos en un desierto, en un presidio, en una sucia mazmorra en la que, para subsistir día a día, tendrán que jugar a cada instante y al unísono los roles de torturadores y torturados, como deleznables y sucios peones del darwinismo social a ultranza, de la ley sin ley de la jungla.
Tal vez –el enemigo es tan fuerte, hace un juego tan sucio, pega golpes tan bajos- ya no haya manera de pararlos. Tal vez ya cualquier esfuerzo por hacerles frente sea inútil y esta sea la conspiración definitiva. Tal vez ya todas las cartas hayan sido echadas y ese futuro sin apenas futuro de mis hijos, de tus hijos, tenga ya la partida perdida. Pero no será con mi silencio, no con mis brazos cruzados, no con mi irresponsabilidad, no con mi cobardía, no con mi miedo. No, yo no seré un cómplice más en este linchamiento, en esta lapidación, en este empalamiento que pretenden perpetrar contra los inocentes. El 29-S, y el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente… me revolveré contra estos criminales de cuello blanco con la paz y la palabra y, si fuese necesario, hasta a uñas y dientes. Y no sólo arriesgaré en mi afán mi miserable sueldo de un día o mi puesto de trabajo, sino, de ser necesario, hasta la propia vida. Mis hijos, tus hijos, su futuro, con sólo ese motivo, ya me sobra.
Pero esta desmedida y hasta ahora nunca antes conocida ofensiva criminal del fascismo económico y sus pusilánimes mamporreros políticos de estómagos agradecidos y sonrisas profident sólo acaba de empezar. Y no cejará en su empeño hasta habernos succionado la última gota de aliento, de esperanza, y haber transformado nuestro presente en un páramo reseco y sombrío sin la leve luz de una utopía, y el futuro de nuestros hijos en un desierto, en un presidio, en una sucia mazmorra en la que, para subsistir día a día, tendrán que jugar a cada instante y al unísono los roles de torturadores y torturados, como deleznables y sucios peones del darwinismo social a ultranza, de la ley sin ley de la jungla.
Tal vez –el enemigo es tan fuerte, hace un juego tan sucio, pega golpes tan bajos- ya no haya manera de pararlos. Tal vez ya cualquier esfuerzo por hacerles frente sea inútil y esta sea la conspiración definitiva. Tal vez ya todas las cartas hayan sido echadas y ese futuro sin apenas futuro de mis hijos, de tus hijos, tenga ya la partida perdida. Pero no será con mi silencio, no con mis brazos cruzados, no con mi irresponsabilidad, no con mi cobardía, no con mi miedo. No, yo no seré un cómplice más en este linchamiento, en esta lapidación, en este empalamiento que pretenden perpetrar contra los inocentes. El 29-S, y el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente… me revolveré contra estos criminales de cuello blanco con la paz y la palabra y, si fuese necesario, hasta a uñas y dientes. Y no sólo arriesgaré en mi afán mi miserable sueldo de un día o mi puesto de trabajo, sino, de ser necesario, hasta la propia vida. Mis hijos, tus hijos, su futuro, con sólo ese motivo, ya me sobra.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Enriqueciendo el refranero (con un poco de sal): el cántaro y el cuento
(El aire calcinado reverbera,
mudando el mineral fuego en azogue
que cian y fresco canta cual sirena.
-El cántico es semilla de deseos-.
De súbito su sed se hace tan grande,
que no le basta el agua que retiene
el barro sin aliento de sus manos,
y, luego de dejar que se le escape,
se lanza hacia esa mar dulce y sin límites,
pegándose de bruces con un yermo
de arena, sólo arena, sólo arena.)
Más vale
cántaro en mano
que cuento
de la lechera.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Si te dicen que caí
Cantábamos de niños en la escuela,
Formados a la entrada, el Padrenuestro.
Con voces inocentes elevábamos
Al cielo nuestros ruegos infantiles:
Perdónanos, Señor, por nuestras deudas
Y líbranos del mal, sin comprender
Cuál era nuestro débito o pecado
Ni en qué infierno moraba lo malvado.
Seguido el Cara al Sol, ¡arriba España!,
Que empieza amanecer al paso alegre
De aquellos que, en su infame represalia,
No cejan, impasible el ademán,
De no otorgar la paz al derrotado.
Después las cuatro tablas aritméticas;
Dos más tres, cinco, dos más cuatro, seis,
La leche del franquismo en los recreos,
Tres por tres, nueve, tres por cuatro, doce,
En una España hurtada y dividida,
Asqueada de opresión en su miseria.
Más tarde, los linderos de la patria,
De la Una, la Grandiosa, la Libérrima:
Al norte la memoria de los muertos,
Al este una voz libre, la palabra,
Al sur la libertad, y hacia el oeste
¡Santiago y cierra España!, el Campeador,
La inicua dictadura portuguesa.
Al cabo, con los años, comprendimos
El vil significado de esos cánticos:
Que el mal estaba en las camisas nuevas
De sucios patrioteros criminales,
Bordadas con el rojo de la sangre
De carne de penal y paredones;
Que aquella deuda, estigma, no eran otros
Que ser los herederos del vencido;
Que la Una, Grande y Libre era un presidio
Herido y dividido, miserable,
Sin paz tras la victoria, donde el llanto
Se había de disfrazar tras himnos, loores,
Fingiendo que en el fondo de su ergástula
Volvía a sonreír la primavera.
Cantábamos de niños en la escuela
Y hoy vemos con horror que aquellos cantos,
En voz de los cachorros sucesores
De aquel perro rabioso e impasible,
Regresan nuevamente a nuestra tierra,
Ocultos tras disfraces de cordero
Y un falso pedigrí de democracia.
Así que si te dicen que caí,
No pienses que fue causa el abandono
Del puesto al que te digan me debía,
Será por entonar mis propios cánticos.
martes, 14 de septiembre de 2010
De lo inconmensurable
No es fácil presumir su edad. Debajo
del rictus de amargura que atraviesa,
como una cicatriz que no ha sanado,
su tez de desamparo e intemperie,
los años cobran una dimensión
que no se mide en lunas o estaciones.
Tras mucho caminar sin norte alguno
golpeado por la lluvia desde el alba,
sentado en las heladas escaleras
de un templo, halla a un mendigo que le ruega
le deje por piedad una limosna.
Le entrega su reloj y las monedas
que lleva en los bolsillos, menos una
que guarda en un zapato, y pone rumbo
camino de la mar con paso grave.
Como un ángel caído
"Tú tienes alas y yo no: con tus alas de mariposa juegas en el aire, mientras yo aprendo la tristeza de todos los caminos de la tierra."
Dulce María Loinaz
Ojalá nunca sientas
cuán duro es que te traten
aquellos que quisiste,
que sigues aún queriendo,
igual que a un apestado.
Que anhelando acercárteles
como un perro aterido
buscando al menos de ellos,
tras un largo abandono,
una palabra amable;
eleven insalvable
frente a tu afán, apenas
agónica esperanza,
la aséptica barrera
del más hondo silencio;
los muros del desprecio
como una cuarentena
sin límite de tiempo,
como un profundo abismo
con fauces de Leteo.
Que trates de tender
un puente hasta su mundo
y, a hachazos inclementes
de hirsuta indiferencia,
lo abatan, hecho añicos.
Que en tan vasta impotencia,
te arrojes al vacío
y, al ir a abrir las alas,
tan sólo halles muñones
sin aire en tus espaldas,
quedando así a merced
del insondable infierno
donde muda en cenizas
el futuro en el óxido
del tiempo detenido.
Ojalá nunca sientas
lo que siento y habré
de seguir aún sintiendo
hasta el golpe de gracia
que me hermane al vacío.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Auroras sin rocío
A mí, cantor de aromas de glicinas
ajadas por la nieve prematura,
jamás me dedicaron un poema,
un tierno madrigal o un tanka al alba,
escritos con pasión sobre las mangas
violetas del kimono perfumado
con gotas temblorosas de rocío.
Y amargo es vislumbrar que, cuando falte,
tampoco ira la geisha a la que espío
detrás de sus biombos de soslayo,
a cantarle al cadáver, ya sin alma,
que habrá de sucederme tras mi ocaso,
con llanto en las pupilas, con nostalgia
e inconsolable pena, una elegía.
ajadas por la nieve prematura,
jamás me dedicaron un poema,
un tierno madrigal o un tanka al alba,
escritos con pasión sobre las mangas
violetas del kimono perfumado
con gotas temblorosas de rocío.
Y amargo es vislumbrar que, cuando falte,
tampoco ira la geisha a la que espío
detrás de sus biombos de soslayo,
a cantarle al cadáver, ya sin alma,
que habrá de sucederme tras mi ocaso,
con llanto en las pupilas, con nostalgia
e inconsolable pena, una elegía.
Sin sombra de duda
ESTA mañana, justo al despertarme, he experimentado una suerte de extraña y cegadora iluminación y me he propuesto cambiar de vida y ser escritora y comenzar mi nueva labor profesional relatando los diálogos acaecidos entre una mujer y su sombra. No obstante, ya hace dos horas que cayó la noche -lo supe por el estrépito que produjo la estrella polar al hacerse añicos contra el asfalto de la avenida- y no he logrado escribir una sola palabra. Y no es que piense que las sombras carezcan de aptitudes para el diálogo -sé que, en su oscuro laconismo, nos lo pueden llegar a contar prácticamente todo-, es que nunca tuve una mujer a mi lado y, en consecuencia, ahora estoy absolutamente convencida de que nunca he existido.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Y estás y me sonrío
Te quiero, eso es seguro;
Te busco noche y día
tras el impulso eléctrico
que desatan las yemas
de mis dedos cansados;
en la luz que ilumina
la palabra vacía
y, otorgándole esencia,
le da significado.
Te busco, estás, sonrío;
Pero un rictus amargo
de sal y algas y espuma
emerge en la sonrisa,
amoratando el labio;
hundiéndome en los cánticos
de una sirena ahogada
que, muda, habita el fondo
del más profundo lago.
Te busco, mas me niego
a arrastrarte conmigo
a las aguas eternas
que inhuman mi naufragio.
Te quiero, eso es seguro.
Te busco noche y día
tras el impulso eléctrico
que desatan las yemas
de mis dedos cansados;
en la luz que ilumina
la palabra vacía
y, otorgándole esencia,
le da significado.
Te busco, estás, sonrío;
Pero un rictus amargo
de sal y algas y espuma
emerge en la sonrisa,
amoratando el labio;
hundiéndome en los cánticos
de una sirena ahogada
que, muda, habita el fondo
del más profundo lago.
Te busco, mas me niego
a arrastrarte conmigo
a las aguas eternas
que inhuman mi naufragio.
Te quiero, eso es seguro.
La pesadilla insomne
De noche, mientras duermes,
mientras, plácidamente,
descansas y, olvidados
tus sueños, yaces sola;
hay alguien que, en su lecho,
solo, aunque acompañado,
solloza inquieto, insomne,
uncido a un sueño muerto.
mientras, plácidamente,
descansas y, olvidados
tus sueños, yaces sola;
hay alguien que, en su lecho,
solo, aunque acompañado,
solloza inquieto, insomne,
uncido a un sueño muerto.
sábado, 11 de septiembre de 2010
Hiper-tensión
El círculo
ESA noche estaba exultante -tanto que no pude probar bocado ni conciliar el sueño-; al amanecer me esperaba el patíbulo. Y nada de una piadosa inyección letal, de sentir entre convulsiones como el veneno va inundando la sangre, agarrotando los músculos y pulmones, la esperanza de que todo no sea más que un mal sueño -según he escuchado referir en numerosas ocasiones, cuando llega ese momento flaquean los ánimos de hasta el más demente-. Gracias a todos los demonios del infierno, el juez había tenido a bien admitir mi petición de ser ejecutado mediante el ya casi olvidado, poco conocido por aquí y más que desagradable método del garrote vil. No veía la hora de que llegase ese instante excitante y único en el que se sienten crujir las vértebras, ese último chasquido eléctrico como un relámpago que todo lo apaga. Camino ya del cadalso, llegó la mala noticia. Mi abogada había conseguido demostrar a última hora inmensas lagunas e irregularidades en la instrucción del sumario, así como que, cuando perpetré los abominables crímenes que me habían llevado hasta allí, lo había hecho afectado por un estado severo de enajenación mental más o menos transitoria. Mi pena era conmutada por la de libertad perpetua. Todos mis sueños, el futuro entero, se me vinieron abajo en ese instante como un castillo de naipes, como una huella en la arena que el mar borra de un único y certero zarpazo, como el cuerpo sin vida de un fusilado. Sin duda, eso suponía que debería volver a las calles, la mendicidad, el hurto, el frío, la lluvia, la soledad, la incomprensión, el desdén, la burla, el hambre. Abatido, no obstante, decidí celebrarlo. Con destreza arrebaté el arma reglamentaria a uno de los guardias y comencé a disparar a todo bicho viviente. La primera en caer con el cráneo reventado y sus cabellos rubios salpicados de sangre fue mi abogada. Era la imagen más bella que había contemplado en toda mi vida. Esta noche estoy exultante; al amanecer me espera el patíbulo.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Endecha
Aquí donde me veis, tanto poema,
no encuentro la palabra que preciso,
el término cabal, justo y conciso
que anule este castigo, el anatema,
Del más terco silencio, por sistema,
como única respuesta. Qué remiso
reniega el eco, haciendo caso omiso,
de mi endecha; qué absceso, qué enfisema,
ahogando los pulmones de la rima,
el ritmo y las razones de mi canto;
Qué hirsuto y despiadado me aproxima
al más huero confín del desencanto:
al último silencio, hasta esa sima
donde habita el olvido. Cuánto espanto
que el verso sea piqueta
que, sin el eco ansiado, trueque al poeta
en muerto y plañidera ahogada en llanto.
Des-crédito
Pagué, sigo pagando,
pagaré un alto precio.
¿Por qué, a cambio de qué?
¿Por no haber conseguido
domeñar mis pasiones?
¿A quién, por cuánto más?
¿A nadie, para nada?
Es tan inmerecida
la hiel de este des-crédito,
que ya sólo mantengo,
aun siendo incertidumbre,
una hiriente certeza:
no sé si aún mucho tiempo;
mis bolsillos, vacíos,
no soportan ya el peso
de esta impagable deuda.
pagaré un alto precio.
¿Por qué, a cambio de qué?
¿Por no haber conseguido
domeñar mis pasiones?
¿A quién, por cuánto más?
¿A nadie, para nada?
Es tan inmerecida
la hiel de este des-crédito,
que ya sólo mantengo,
aun siendo incertidumbre,
una hiriente certeza:
no sé si aún mucho tiempo;
mis bolsillos, vacíos,
no soportan ya el peso
de esta impagable deuda.
Propiedad transitiva
CUANDO supo que gracias a aquella canción del verano -desagradable y lacerante mezcolanza de mal gusto y estrépito- autor, intérprete y discográfica se habían forrado, no pudo dejar de pensar que en la absurda sociedad que le había tocado en suerte, se había ya llegado a un punto en el que bastaba una descomunal gilipollez para, con un poco de fortuna de su parte, poder hacer millonarios a aquellos que la perpetraban. Y, tras considerar que, pese a llevar toda su vida haciendo el gilipollas, seguía siendo más pobre que una rata, concluyó que sólo podía deberse a que estaba irremediablemente gafado.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Pasmo
Una cuestión de fe
AQUELLA noche soñó que se le caían los dientes. Seis días después -sin ningún tipo de nota aclaratoria, sin que se hubiese producido circunstancia alguna que de algún modo pudiese explicarlo, y sin que uno solo de sus allegados hubiese apreciado tan siquiera un mínimo síntoma en él que pudiese presagiar tal desenlace- se voló la cabeza de un disparo.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Limbo
Tan sólo sabe un ángel que es un ángel
cuando ha caído; cuando, desgarradas
sus alas, sangra por la herida abierta,
el hueco como cáncer en su espalda.
Y, al fondo del infierno, los demonios,
que en éxtasis retozan con su sangre,
no saben qué es el fango, la inmundicia,
pues nunca, miserables, han volado.
El ángel que ha caído no los odia,
tan sólo compadece su ignorancia,
que no sepan que el cieno que respiran,
dio muerte, aún no nacidas, a sus alas.
cuando ha caído; cuando, desgarradas
sus alas, sangra por la herida abierta,
el hueco como cáncer en su espalda.
Y, al fondo del infierno, los demonios,
que en éxtasis retozan con su sangre,
no saben qué es el fango, la inmundicia,
pues nunca, miserables, han volado.
El ángel que ha caído no los odia,
tan sólo compadece su ignorancia,
que no sepan que el cieno que respiran,
dio muerte, aún no nacidas, a sus alas.
SMS
martes, 7 de septiembre de 2010
La parte más amarga de las teorías de Einstein
Consume un día más sólo esperando
que se obre el gran prodigio, lo imposible:
que vuelva el tiempo atrás, a aquella tarde,
y todo vuelva a ser como era entonces.
Consume un día más, solo, esperando
sin fe ninguna en dioses ni milagros:
el tiempo se ha parado, cubre el óxido
aquel postrer tictac de los relojes.
Le resta un día menos al lamento
brutal que lo consume, a la impotencia,
mas mira hacia delante y los segundos
se le hacen años luz ya sin estrellas.
El tiempo vuela en tanto él, ya cadáver,
varado muere en la hora de su espera.
que se obre el gran prodigio, lo imposible:
que vuelva el tiempo atrás, a aquella tarde,
y todo vuelva a ser como era entonces.
Consume un día más, solo, esperando
sin fe ninguna en dioses ni milagros:
el tiempo se ha parado, cubre el óxido
aquel postrer tictac de los relojes.
Le resta un día menos al lamento
brutal que lo consume, a la impotencia,
mas mira hacia delante y los segundos
se le hacen años luz ya sin estrellas.
El tiempo vuela en tanto él, ya cadáver,
varado muere en la hora de su espera.
Hecatombe
Castrados por la gula de los perros,
hachazo a quemarropa, a bocajarro,
los trinos de los pájaros, los árboles,
las nubes, los veneros, los arroyos,
los ríos, los estuarios, los océanos,
los bueyes, las cosechas, la monarca,
los sueños, la esperanza, la utopía,
mudaron bajo el rayo y el relámpago
de sal que con su rabia los fue ahogando,
en yermo pedregal deshabitado.
Ha mucho perpetraron la hecatombe;
ya sólo se recuerdan de las reses
sus trémulos pingajos palpitantes,
de hinojos, indefensos, en silencio,
comidos por guerreros y chamanes.
Yo sigo aquí. Las noches y los días
se suceden, sin luces ni penumbras,
en este estéril páramo sin nombre,
donde la primavera se ha fundido
al frío del invierno, la sequía
del hálito estival, las hojas muertas
taladas en otoño por el viento.
No obstante, hubo un periplo, una odisea,
afán de exilio de estos grises pagos
aun siendo mi destino el hondo Tártaro:
mezclando con mi aliento una elegía,
viajé hasta los dominios de Caronte;
la barca no era más que un pecio en ruinas
al fondo del crepúsculo apagado
de un túnel sin confines ni horizonte
y no se oía el lamento de los muertos.
Al verme aparecer clamó el Barquero
con tono desolado ¡otro insolvente!,
¿Qué ocurre en las regiones de la vida,
qué cojones, que aquí llegan las almas
de los muertos sin un jodido cuarto?
Ya ves como está todo, devastado,
la barca hecha un naufragio, la laguna
Estigia, un lodazal y a mí me deben
la nómina de no sé cuántos años.
Así que vete dando media vuelta
y vuélvete al lugar del que viniste;
no es nada personal, pero hace mucho
dejamos de prestar nuestros servicios.
Y así es que sigo aquí, espectro errabundo,
en este estéril páramo sin nombre,
rodeado otras almas cabizbajas,
estulta muchedumbre de insolventes,
que vagan resignados a su suerte
sin crédito, callados, sin mirarse.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Enemiga de la muerte (un poema de Salvatore Quasimodo)
a Rossana Sironi
Tú no debías, querida,
arrancar tu imagen del mundo,
quitarnos de la belleza una medida.
Enemigos de la muerte ¿qué haremos
inclinados a tus pies rosáceos,
en tu costado violeta?
No has dejado hoja ni palabra
del último día tuyo ni un no a cada cosa
surgida de la tierra, un no a la monotonía
diaria de los hombres. La triste, estival
ancla de luna arrastró
tus sueños: colinas, árboles, luz,
noches, aguas; no confusos
pensamientos, sueños reales
desprendidos de la mente que decidió,
improvisa para ti
el tiempo, la vileza venidera. Ahora
estás tras de duras puertas,
enemiga de la muerte. –¿Quién aúlla? ¿Quién aúlla?-
Has matado de un soplo a la belleza,
la has golpeado para siempre, la desgarraste
sin una lamentación por su loca
sombra que sobre nosotros tiende. No bastabas,
belleza, soledad deshecha.
Has hecho un gesto en lo oscuro, has escrito
tu nombre en el aire o aquel no a todo lo
que aquí hormiguea y más allá del viento.
Sé qué querías con tu nuevo atuendo,
sé la pregunta que vacía regresa.
No hay para nosotros ni para ti contestación,
oh musgo y flores, oh querida
enemiga de la muerte.
Tras los límites de un sueño
Hastiado de la parca realidad,
ya siempre tan monótona y vacía,
ansiaba cada noche soñarse otro en sus sueños.
Mas, terca e inclemente, la vigilia
con saña se oponía a sus deseos.
Maldiciendo el insomnio,
la luz de las farolas,
el canto de los grillos,
y aquel recuerdo estéril
que no lo abandonaba un solo instante,
mirando turbiamente al firmamento,
al cabo se rendía a la impotencia
y, henchidos sus sentidos de umbroso diazepam,
sin alas descendía hasta un abismo
vedado a la ilusión, la fantasía,
el tenue resplandor de un espejismo.
Después, con cada aurora, al despertar
del sueño sin ensueños de los fármacos,
de hastio y soledad, muy lentamente,
sin fe, seguía muriendo.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Preámbulo para una lectura poética
Damas y caballeros,
amigos, familiares,
a todos
buenas noches
y gracias por venir a compartir
la voz y la palabra.
Sin duda,
no debieron;
seguro que tendrán cosas mejores
que hacer que estar aquí para escuchar
los sórdidos lamentos de un poeta,
sus dudas,
frustraciones,
su inconsolable queja.
No sé. Fregar los suelos,
limpiar el polvo a fondo, hacer la cena,
la colada, el amor
-quizá alguno una guerra-,
ver por televisión hasta altas horas
algún programa rosa o un concurso,
la predicción del tiempo, el fútbol, las noticias
e, incluso, los anuncios
o la carta de ajuste.
Y, acaso, si prefieren
estar un rato ociosos
y no les apetece
permanecer en casa,
hay tanto bar abierto que lo sano
sería estar tomando unos cubatas
y, sin decirse nada, hablando a gritos
a causa del volumen
tan elevado siempre de la música.
También están los clubes
de alterne: droga, sexo,
a precios asequibles
para un bolsillo medio.
En fin, hay tantas cosas
que pueden ayudarnos a olvidar
la cáustica y asaz monotonía
que inunda nuestras vidas,
el hambre, la miseria,
las guerras, la tortura,
los ojos de ese niño que nos mira
sabiéndose ya muerto en su agonía,
la obscena multitud que nos envuelve,
haciéndonos sentir, saber, no obstante,
tan solos y apocados.
Mas qué mariconada la poesía,
qué pérdida de tiempo la palabra
en este lupanar de sordomudos
del mundo cotidiano poblado de alimañas
y estúpidos corderos que, sedados,
aguardan complacidos
su turno, su hora D en el matadero.
Así que una vez más les doy las gracias.
Ya veo que, como ocurre en estos actos
con siempre reducida concurrencia,
no son muy numerosos. Sin embargo,
ni los más de 100.000 espectadores
de un Barça-Real Madrid o una final de Copa
podrían otorgar a este poeta
tan grata y calurosa compañía.
sábado, 4 de septiembre de 2010
My home sweet home
CUANDO Israel Isidore Baline, más conocido artísticamente como Irving Berlin, compusiera en 1918 “God Bless America”, no es que se quedase corto en reflejar ese típico espíritu patriótico yanqui tan dado a, tomando la parte por el todo, tomarse el todo para la parte. Sólo es que eran otros tiempos y el imperialismo estadounidense, salvo puntuales escarceos en lugares como el norte de África o Japón, se había limitado a dejar caer sus ya pesados y deletéreos tentáculos casi exclusivamente sobre el continente americano. Hoy, cuando la larga historia de crímenes y genocidios perpetrados por los gobiernos y ejércitos de los Estados Unidos y su expansionismo, ya económico, ya militar, ha tocado, y de qué manera, los cinco continentes, es probable que Baline, hubiese titulado ese casi otro himno “americano” “God Bless the World”. Aunque, sin duda, el título más apropiado, en honor a la verdad, debiera ser “Satán maldiga al Mundo”. “God bless America, my home sweet home...”
Plagiando a Enrique Lihn
“Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.”
Enrique Lihn
Para hacer frente al tiempo,
mar voraz que, sin abras,
toda huella devora
y transmuda el sendero
corredor de la muerte,
nos fue dado escribir.
Escribir contra el cuarzo
de la hirsuta impotencia
lapidando el deseo.
Contra el gas deletéreo
con hedor a cianuro
que destila el silencio.
Escribir contra el láudano
que nos prende a los labios
a traición la nostalgia.
Contra el crudo disparo
que a brutal quemarropa
descerraja el olvido.
Escribir contra la horca
de la ahogada esperanza
asfixiando la risa.
Contra el hacha del miedo
que afilada de insomnio
decapita los sueños.
Escribir contra el fuego
lento de la hosca hoguera
con que mata el destierro.
Contra injustas sentencias
que en las causas perdidas
son zeppitsu y seppuku.
Escribir conmutando
negras penas de muerte
por cadenas perpetuas.
viernes, 3 de septiembre de 2010
El cepo
No te quiero inocente sino impura,
Impúdica, insaciable, pecadora
Del mundo y de la carne, seductora
De agreste corazón, feroz ternura.
Yo quiero de tu sexo ser montura
Salvaje y desbocada hasta la aurora,
Volcán en erupción, sed que devora
Tus aguas salitrosas con locura.
Te quiero llamarada, hoguera, infierno
Donde arda sin descanso mi deseo,
Antes de hundirme en aguas del Leteo.
Mas tú eres larga ausencia, casto invierno,
Y yo, sin tu calor, lobo aterido
Que muere atado al cepo del olvido.
Bifurcaciones
No comment: se está muriendo un sueño
"Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido"
Pablo Neruda.
No hay nada más que hablar, ¿verdad?. Qué lástima
tan grande esta honda duda, esta agonía
de haberme al fin quedado con las ansias,
con estas ganas locas por saber
si, habiendo sido aun sólo un breve instante,
alguna vez me amaste.
No obstante estoy de acuerdo,
no queda entre nosotros qué decirnos.
Por mucho que eche en falta tu palabra
y ansíe desbrozar la hiedra estéril
que crece en mi garganta silenciándome,
qué decir, para qué,
si a fuer de interpretar tu hostil silencio,
después de tanto tiempo preguntando
sin nunca haber hallado una respuesta,
dos cosas me han quedado ya muy claras;
si en ellas se halla aquello que preciso
para seguir vagando en tu recuerdo
sin darme por vencido, pero habiendo
por siempre renunciado ya a buscarte.
Por mucho que me afane en olvidarte,
te quiero. Y te querré, no hay duda alguna,
hasta que llegue la hora de mi muerte.
Y en este afecto inerme, limpio y terco
encuentro los motivos y el coraje
para seguir de pie pese a la bilis
que mana espesa y negra por la herida
que me abre infecta la otra certidumbre,
que, aun menos importante, es la piadosa
cadena que me impide ir en tu búsqueda:
que luego incluso de ese último tránsito
tú no podrás sentir más que desprecio
por este ciego apego y quien, maldito
sin nada que ofrecer, lo profesaba.
No hay más que hablar por tanto:
confluyen en el día de mi muerte,
mi afecto y tu desdén,
mi exánime pasión frente a la fuerza
brutal de tu desprecio, separando
por siempre tu camino y el desierto
que habito con tan sólo el fatuo oasis
de este imposible amor que no rinde.
Mas que agua tan hirsuta y tan amarga,
que no quita la sed, pero mantiene
las ansias en su asfixia respirando.
No hay nada más que hablar; lástima grande
la duda que no cesa: no poder
saber jamás si alguna vez me amaste;
que, esclava del pasado, en el futuro
no pueda ser verdad tanta belleza.