Estación de penitencia (VIII)
Desde la herida abierta se derraman
Cenizas mortecinas: sólo lágrimas.
Ya no hay sangre en las venas ni un motivo
Que me hagan anhelar o que permitan
Cualquier resurrección, la vuelta a casa.
Por los labios cosidos,
Por la hiel y el vinagre
Por las manos atadas,
Por los brazos partidos
Por los ojos sin luz,
Por la cruz sobre el ansia…
Ven de madrugada a darme un beso.
Pero que sea de Judas y después
Recoge las cenizas de mi llanto
Y arrójalas aún vivas a los perros.
Cambia hiel por miel y vinagre por canela.
ResponderEliminarRecoge este regalo de tu hada, por favor.
Un beso
Tus letras de hoy me ganaron por derribo.
ResponderEliminarSon terribles y bellas.
Besos van. compañero.
MaLena.
Inmenso Rafa, es como puñal.
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