Éranse tres lobitos que, al carecer de medios y fortuna, construyeron sus chabolas junto a un vertedero. Y allí -por el solo hecho de tener un techo bajo el que poder cobijarse con sus lobas y lobeznos- durante un tiempo vivieron creyéndose felices. Hasta que un mal día llegó un cerdo feroz subido en un bulldozer con el que arrasó sus precarias moradas, para construir después, en su lugar, un sin fin de zahúrdas de lujo.
Buen "remake" del cuento de los tres cerditos y el lobo. Pero tendrías que poner: Cualquier parecido con la realidad, no es pura coincidencia.
ResponderEliminarun beso, Rafa.
Cruel realidad, días en que esta historia se repite y abundan cerditos, lobos y cerdos, y nosotros las contemplamos impotentes desde la "rabia" de no poder cobijar a los cerditos en nuestras casas.
ResponderEliminarPues sí, malena, maribel, cualquier parecido con la realidad, no, no es pura coincidencia.
ResponderEliminarBesos.
Lo peor de todo es que los cerdos más grandes, los más gordos, ni siquiera montan en las excavadoras. Permanecen cebándose en los despachos.
ResponderEliminarSalud.
Ahi Kaiman la ha clavado, porque el pobre que lleva la excavadora sabe poco de maletines y malversaciones, el va, hace su trabajo y se marcha. Es algo así como un verdugo de ladrillo. El que importa es el que pone las penas, no quien las ejecuta.
ResponderEliminarBueno, sí, pero no olvidéis que se trata sólo de un cuento -o, tal vez, no- y que el cerdo no es un cerdo cualquiera, sino el cerdo feroz.
ResponderEliminarAbrazos.