Cuando el soldado dejó en el suelo su fusil para tomar en sus manos la flor que aquella guerrillera, herida y vencida, le ofrecía, nunca imaginó que terminaría partiéndole el corazón.
Más inimaginables son las cosas de la guerra, Paquita, sólo los que están en una pueden saber realmente de su horror. Dicen que en el amor y en la guerra todo vale. Yo preferiría que esto sólo fuese asi para el amor, aunque a veces ser rompan los corazones, y que en la guerra nada valiese, que la guerra en sí no nos la permitiésemos. Creo que éste mal soldado, pero buena persona, lo terminó entendiendo y decidió no permitirse nunca más la guerra y correr el maravilloso riesgo que siempre subyace en el amor. Y estoy seguro de que el día en que aquella flor terminó por romperle el corazón, no por ello acabó por arrepentirse de haber dejado su fusil en el suelo.
Me inspiró este poema de Miguel Hernández (que, sin duda, lo expresó mucho mejor que yo, pero que sería de nososotros si dejásemos de expresarnos porque otros ya lo han hecho antes mucho mejor)
TRISTES GUERRAS
Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes.
Ya ves, no le restaste ni un ápice de poesía, sino que la sacaste a relucir.
Las cosas del corazón son inimaginables. Y cuanto más imposible más enganche. ¡Manda cojones! ¿le quite la poesía de un plumazo!
ResponderEliminarBuena noche. PAQUITA
Más inimaginables son las cosas de la guerra, Paquita, sólo los que están en una pueden saber realmente de su horror. Dicen que en el amor y en la guerra todo vale. Yo preferiría que esto sólo fuese asi para el amor, aunque a veces ser rompan los corazones, y que en la guerra nada valiese, que la guerra en sí no nos la permitiésemos. Creo que éste mal soldado, pero buena persona, lo terminó entendiendo y decidió no permitirse nunca más la guerra y correr el maravilloso riesgo que siempre subyace en el amor. Y estoy seguro de que el día en que aquella flor terminó por romperle el corazón, no por ello acabó por arrepentirse de haber dejado su fusil en el suelo.
ResponderEliminarMe inspiró este poema de Miguel Hernández (que, sin duda, lo expresó mucho mejor que yo, pero que sería de nososotros si dejásemos de expresarnos porque otros ya lo han hecho antes mucho mejor)
TRISTES GUERRAS
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
Ya ves, no le restaste ni un ápice de poesía, sino que la sacaste a relucir.
Un abrazo
Rafa
La razón, el corazón, no son la misma cosa? Caso de enamoramiento ya lo dijo Machado... porque en amor locura es lo sensato.
ResponderEliminarBuen día. PAQUITA
Tristes hombres
ResponderEliminaraquellos que no pueden sufrir de amor...
tristes tristes
Si el amor duele, no haber sentido nunca su dolor, es aún más doloroso.
Razón, corazón... no creo que sean la misma cosa, Paquita, aunque compartan la misma sangre.
ResponderEliminarCiertamente, "desde una isla", es preferible sentir, aunque duela, que tener el corazón (y la razón) vacío. Tu isla debe der bella.
Abrazos. Rafa.
Bello microrelato, Rafa.
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