sábado, 21 de septiembre de 2019

La caída del precio de la naranja


¿Quién ha dicho que los OBNIS no existen? Pues claro que existen. En España, por ejemplo, los hay a paladas. Un OBNI es un sujeto de esos que curran setenta horas a la semana por mucho menos de lo que fija el SMI, y, luego, en la barra del bar, se dicen orgullosos de ser españoles y defienden a capa y espada nuestras más rancias tradiciones y al Rey, el clero y a nuestro ejemplar empresariado, ese que, con su abnegado sacrificio, levanta a diario la "nación". Pero no suele quedarse ahí un OBNI. A un OBNI, tras la segunda cerveza, le suele dar por alinearse con los postulados de Vox, que "las mujeres, tarde o temprano, acaban demostrando ser todas unas zorras; los inmigrantes, un peligro para nuestra cultura y las muy zorras de nuestras mujeres; y los maricones, lesbianas y otros pervertidos sexuales, desde un principio, no son otra cosa que los grandes y casi únicos responsables de eso que llaman el "invierno demográfico" y va a acabar con la posición dominante que, por la Gracia de Dios, ocupa el sacrosanto imperio español en el mundo y buena parte del universo". Un OBNI, también con bastante frecuencia, mantiene que Franco no lo hizo tan mal y construyó pantanos y hablaba a la perfección la lengua de Shakespeare. Eso sí, un OBNI se considera progresista de izquierdas o centroizquierda y, a la hora de votar, lo hace por el PSOE o Ciudadanos, pero nunca por la izquierda denominada radical por los medios de manipulación al servicio de aquellos que lo exprimen a diario como a una naranja de esas que, como consecuencia de la competencia desleal de sus hermanas sudafricanas, se quedan sin recoger y terminan tiradas por los suelos. Los hay también que incluso votan a Vox o al PP o, en un arranque de viril joseantonianismo, a la Falange Española de las JONS, aunque raramente tengan el coraje de admitirlo. El OBNI, Obrero Bobalicón Nada Informado. Cuando no en la Luna,  siempre en las nubes.

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