lunes, 10 de junio de 2019

La Sevilla olvidada (18) (Carlos Parejo)


(El Distrito Oeste en torno de la carretera a Córdoba y Madrid -1-.)

Soy de La Corza, el primer barrio que –con sus apenas un millar de habitantes- asoma por el sector Oeste en el extremo de la antigua carretera de Carmona. Al igual que El Retiro Obrero fui planificado al final de los felices veinte por el arquitecto regionalista Aurelio Gómez Millán (Real Patronato de Casas Baratas). Y lo hizo para que fuera un núcleo de población rural autosuficiente. Un núcleo entonces alejado de la ciudad y rodeado de campos y de las chabolas gitanas del Prado de Santa Justa. Sin embargo, contaba con mi propia iglesia (la parroquia de Nuestra Señora del Reposo) y mi escuela, un dispensario, una casa de baños y un retén de policía.

Pero ahora estoy muy cambiado. En la transición al siglo veintiuno la Junta de Andalucía (1982-2012) ha ido remodelando lentamente nuestras ciento y pico casas campesinas con nuevas manzanas de modernas casas adosadas con bajo y dos plantas con azotea, de los que los últimos previstos están pendientes de entrega. Bien es cierto que cuando miramos los altísimos bloques de pisos de barriadas vecinas como el Polígono San Pablo, sentimos que somos un barrio pequeño y humilde. Y no sólo por nuestra modestas viviendas, sino porque aquí residimos conductores, camioneros, carpinteros, albañiles, limpiadoras, costureras, jubilados, parados… Es decir, somos los vecinos de una barriada obrera de Sevilla que tiene hechuras de pueblo rural pequeñito.

Pero también, somos un barrio nonagenario, con una identidad propia muy marcada. Aquí habitan hasta tres y cuatro generaciones de las mismas familias que hace ya casi un siglo vinieron del campo.

Familias cuya asociación reivindicativa (la del poeta antes maldito León Felipe), no ha cesado de luchar porque el barrio se arregle adecuadamente: tardaron treinta años en reasfaltarnos las calles, después han venido los semáforos y la señalización, la limpieza y la poda, etc.

Y hemos organizado actividades que crean solidaridad vecinal, y que van desde excursiones a las playas, a la Visita del Cartero Real o la Fiesta de Halloween. Somos familias que celebramos nuestras anuales velás en nuestra Gran Plaza propia, la Plaza del Beji.

Y presumimos de nuestras procesiones tradicionales como la del Sagrado Corazón de Jesús y de otras nuevas devociones -como el Cristo del Perdón y la Virgen del Reposo- paseando por nuestras. Calle sombreadas pobladas por más de doscientos naranjos, que recientemente han sido adaptadas - para mayores y discapacitados con rebajes labrados en las esquinas de todas las aceras-. Pero aún faltan cosas, como ese frondoso y diminuto parque, incluido en el Colegio, que queremos desde hace décadas que sea para todos.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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