Aparece un cavernícola de Vox como súcubo escupido por el ano del infierno, y arremete contra mujeres, transexuales, lesbianas, maricones, negros, enfermos de cáncer, ancianos, comunistas, catalanes, gallegos, andaluces, vascos, castellano-leoneses, venezolanos bolivarianos, anarquistas, gibraltareños, funcionarios, republicanos... y hasta contra los mismos cimientos de la ética y la democracia. Aparece y nos resistimos y lo rebatimos y denunciamos su necedad fascista, su barbarie ideológica e incitación global al odio. Y aún no ha transcurrido un cronón cuando alguna compañera nos viene a reprender nuestra actitud por estar contribuyendo a difundir el 'Mein Kampf' de nuestro particular Ku Klux Klan patrio ya sin capucha ni complejos. Y uno se pone a reflexionar al respecto y hay momentos en los que llega a pensar que podría ser cierto. Yo me resisto a hacerlo, a creer que criticar la barbarie es hacerle propaganda. Porque admitir algo así, admitir que hemos permitido que se llegue a tales extremos, sería admitir el fracaso definitivo de la izquierda y del mismísimo ser humano. Sería admitir, compañeras, compañeros, que la izquierda y el mismo ser humano merecen la extinción. Puede que así sea. Pero ello no debe ser óbice para que continuemos resistiéndonos, para ser lobos a los que deban dar caza en lugar de enmudecidos corderos.
domingo, 3 de marzo de 2019
Los súcubos y el limbo de los corderos
Aparece un cavernícola de Vox como súcubo escupido por el ano del infierno, y arremete contra mujeres, transexuales, lesbianas, maricones, negros, enfermos de cáncer, ancianos, comunistas, catalanes, gallegos, andaluces, vascos, castellano-leoneses, venezolanos bolivarianos, anarquistas, gibraltareños, funcionarios, republicanos... y hasta contra los mismos cimientos de la ética y la democracia. Aparece y nos resistimos y lo rebatimos y denunciamos su necedad fascista, su barbarie ideológica e incitación global al odio. Y aún no ha transcurrido un cronón cuando alguna compañera nos viene a reprender nuestra actitud por estar contribuyendo a difundir el 'Mein Kampf' de nuestro particular Ku Klux Klan patrio ya sin capucha ni complejos. Y uno se pone a reflexionar al respecto y hay momentos en los que llega a pensar que podría ser cierto. Yo me resisto a hacerlo, a creer que criticar la barbarie es hacerle propaganda. Porque admitir algo así, admitir que hemos permitido que se llegue a tales extremos, sería admitir el fracaso definitivo de la izquierda y del mismísimo ser humano. Sería admitir, compañeras, compañeros, que la izquierda y el mismo ser humano merecen la extinción. Puede que así sea. Pero ello no debe ser óbice para que continuemos resistiéndonos, para ser lobos a los que deban dar caza en lugar de enmudecidos corderos.
Muy blandito están los políticos de derecha con estos nuevos nazis
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