domingo, 31 de marzo de 2019

Los novios de la muerte


Cofrades, numerarios
del Opus, generales y toreros.
¿Para cuándo un obispo
—♪♫ y el obispo pa cuándo,
y el obispo pa cuándo ♪♫—
o un gran inquisidor
pilotando con mano
de hierro el Ministerio de Justicia?
Armas a tutiplén
para todas y todos
—eso sí, la mujer
en casa y con la pata
'quebrá' esperando ser
cada noche descanso del guerrero—.
Como decía hace un instante, armas per tutti,
que, tal y como reza
el nuevo refranero
cavernario español,
el que mata a un ladrón
—si este ni es de la casta
política o de guante
blanco— merece el alto
honor de que le erijan
una estatua de mármol
o alabastro en el centro
de la Plaza Mayor—.
Diversificación,
por tanto, de la caza
—¿hay algún cazador
entre la concurrencia
que aspire a ser ministro
de la cosa ecológica?—,
usando como presa a los amigos
de lo ajeno. Como esos
inmigrantes que vienen
a robarnos trabajo,
casa, vino y mujeres,
o los separatistas
que quieren apropiarse,
violentos como tigres
de Bengala, un pedazo
de la Una, Grande y Libre
por la gracia de Dios.
Y la moral, señores,
hay que cuidar con celo
la moral y las buenas
costumbres, que andan sueltos
sin el menor control
por las calles de España,
boyeras, maricones
y otras aberraciones
sexuales de una fauna
tristemente creciente
de enfermos depravados,
a los que castraremos
con la sana y cristiana
intención de salvarlos
de arder en el infierno.
Porque, al igual que en tiempos
de Lot, hoy nuestra patria
necesita acabar
de una vez para siempre
con la infecciosa plaga
sodomita. Y que crezca
el número de putas;
que, a veces, el guerrero
necesita algo más
que aquella que lo espera
con sumisión y abierta
de patas en la alcoba
del hogar familiar.
Así que ¡putas, putas!
ofreciendo mamadas
por un módico precio.
Y si alguna termina
quedándose preñada
por ejercer su oficio,
que no piense ni un solo
instante en el aborto.
Las rameras de todos
los demonios que quieran
abortar, que se vayan
a tomar por el culo
a Londres o Camboya. ¡Arriba España!

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