Es lógico que, dedicados como estamos a apoyar la democratización imperial de Venezuela, no prestemos la menor atención a la mano de obra esclava que, sin jergón, papas a lo pobre ni salario algunos como compensación graciosa, garantizará el éxito de la Gala de los Goya —agarra—, máxima expresión cultural de la progresía muy española y mucho española. Así tiene don Francisco esa cara de enfadado.
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