lunes, 26 de noviembre de 2018

Una reunión de amigos


(Herman Towers y el estudio de la estupidez humana como piedra angular de la experimentación sociológica.)

Estoy que no cago, os lo confieso. Soy un pedazo de carne putrefacta y amorfa embargada por el desasosiego y la duda. Y es que no sé qué es peor, si la perra que pillasteis, y todavía no habéis terminado de soltar del todo, con el supuesto algoritmo facebooksiano aquel de marras que os dejaba con un círculo de amigos virtuales de lo más aburrido y exiguo, o la gilipollez esta del experimento social que decís haber decidido emprender a sugerencia de un tal Herman Towers, el cual, de existir realmente, debe estar descojonándose de la risa en cualquier institución mental de todos los demonios. Sí, soy un inmenso y tempestuoso océano de dudas. Pero de algo sí que estoy seguro: si no copiáis y pegáis esto de inmediato en vuestros muros para, acto seguido, desnudaros e ir, saltando a la pata coja y con el dedo corazón de la mano derecha metido en el ano, a la farmacia de guardia más próxima a comprar 'ortalirones' y quince cajas de preservativos con sabor a mortadela con aceitunas, el mundo se va al carajo en menos de medio telediario. Y aún así, ya veríamos. Vosotros mismos.

(De la serie "Towers más altas han caído.")

1 comentario:

  1. Que las encuestas os dan 25 diputados, aplaca tu océano y mar de dudas

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