En la picota (XII)
después de la batalla
una costra de sal
sin luz cubre los coágulos
de la sangre astillada
en el hueco del hueso
la mar en retirada
y abatida aún ansía
soñar frente al azogue
con la rosa y el tuétano
pero el caos en el hueco
del hueso y el insomnio
que arde en la espina dictan
que lo vacío —germen
del todo— es nada siempre
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