El gran problema de este país de hipócritas, traidores e impostores compulsivos no está tanto -no oséis tildarlos de fachas, que podrían molestarse; son... patriotas- en esos incorregibles mastuerzos que, con la ignominiosa bandera del pollo en una mano y la otra al frente perpetrando el saludo nazi y al son del "Cara al sol", celebran la memoria del Caudillo fascista, así como sus "hazañas" totalitarias y genocidas; como en unos poderes legislativo, ejecutivo y judicial, por no hablar de nuestra tan democrática Jefatura del Estado, que, en flagrante complicidad con aquellos, llevan ya cuatro décadas sin hacer nada al respecto.
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