Los patitos, en el agua, meneaban la colita... Los sorprendimos —y nos
sorprendieron muy gratamente— hace unos días, en las pequeñas lagunas
temporales que se vienen formando hace unos años en el área "restaurada"
que se localiza entre el Polo Químico de Huelva y las balsas de
fosfoyesos, ese área donde, durante décadas, se estuvieron
vertiendo, ante la indolencia, manga ancha y vista gorda de las
administraciones ambientales, millones de toneladas de cenizas de pirita,
que terminaron por sepultar sine die una parte importante de las
feraces e insustituibles marismas del río Tinto. Qué fuerza la de la
Naturaleza, qué poderoso instinto de conservación el de la diosa madre
Pachamama. Lástima que le prestemos tan poca ayuda. Con dejarla hacer
sería más que suficiente. Pero, ah, el ser humano, ese animal omnívoro
incapaz de moderar su gula.
Qué alegría. Pero ¿Comen fosofoyesos? Si les ves llegar a adultos es que no todo está perdido.
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