domingo, 18 de febrero de 2018
Sin sombra de sospecha
Nunca nadie se atrevió a tenerle en cuenta que esgrimiese las manos como un espadachín. Cuando aquella aterradora mezcolanza de herrumbre propia y sangre ajena comenzó a teñir de rojo sus guantes de seda made in Camboya, ya era demasiado tarde.
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