Sinceramente, y a riesgo de poder tener que encajar alguna que otra más o menos merecida colleja, he de confesar que, tal vez por ser esclavo de un siempre discutible inmovilismo gramatical, tal vez de una siempre indeseable actitud micromachista estalinista hitleriana, nunca he sido demasiado afín al uso indiscriminado del los/las, compañeros/compañeras o el miembros/miembras. Por no hablar de lo de la dichosa @. En este asunto no he dejado aún de coincidir con la RAE. Pero antes de admitir "iros" en el lenguaje escrito, compro hasta lo de la @. Porque esto último, al menos, es el fruto de una intencionalidad loable por su nobleza. Lo otro, en buena parte, desertización por falta de labores.
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