Llega tarde. Otro día
buscando. No hay trabajo
para ingenieros jóvenes.
Cómo ha de haberlo, entonces,
para uno de 50.
Abre la puerta del congelador
y piensa que es lo mismo
que mirarse al espejo:
todo frío, vacío, pálido como un muerto.
En el televisor un vocero del Régimen
alaba las políticas
económicas de un Gobierno
que ha sabido enfrentarse
con audacia a la crisis
por lo cual ya transita
a buen paso el país por los caminos
que llevan hacia un tiempo
de empleo, felicidad y crecimiento.
No aguanta más. Se va a la cama
y, en tanto va durmiéndose, se jura
que todo cambiará mañana.
Porque mañana, bien temprano,
en lugar de a buscar, saldrá de caza.
QUÉ REALISMO TRÁGICO, EN FIN...
ResponderEliminarMi recomendación son las plantas silvestres y las bayas..., ya que miles de estúpidos patrios han decidido que gobiernen las especies cinegéticas.
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