lunes, 6 de febrero de 2017

Sin excepción


Cuando escribo no lo hago
a fin de regalar
el oído de aquellos, los muy pocos,
que se acercan de vez
en cuando hasta mis letras,
ni lo hago desde lo alto de una torre
de marfil orientada
al Norte para no ver la miseria.
Escribo desde un piso
de 89 metros, ubicado
en unos de esos barrios
obreros, de esos barrios-
crisol donde conviven
peones, inmigrantes, jornaleros
y un número creciente de personas,
de familias enteras,
que apenas tienen ya donde caerse muertas,
y que siguen, no obstante, sonriéndole a la vida.
Y escribo a contramano, sin pelos en la lengua,
contra los miserables que, a través de sicarios,
sin mancharse las manos ni perder nunca el sueño,
se afanan en robar
el futuro a las gentes humildes de mi barrio
y del resto del mundo.
Y escribo, siempre escribo
tratando de no obviar que en este asunto,
unos más y otros menos,
todos, sin excepción, somos culpables.

1 comentario:

  1. Desde la terraza de tu humilde barrio has entrevisto este desigual Mundo nuestro con tu mirada de poeta

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