sábado, 26 de noviembre de 2016

Spam-ka con estrampolla gorda


Tan narcisista
y a la par vomitivo
que el día que caiga
de cabeza en sus aguas
lo escupirá el estanque.

(Y, ese día, qué pena
que el estanque no tenga
un poco más de estómago.)

. . . . . . . . . . . . . .

Ya sé que dije que tal vez era ya momento de dejar la poesía. Al menos por un tiempo. Y lo sigo pensando. Pero es que hay por este mundo gilipollas tan descomunales dedicándose a tocarles a los demás los cojones de manera prepotente y abusando de su posición para enmascarar su escasa talla humana y, en este caso particular, política, que o escribes estas cosas o, tal y como merecen, les revientas la cabeza de media hostia. Más no tienen. Cierto que si les revientas la cabeza, haces del mundo un lugar más hermoso. Pero, ¡coño¡, tampoco apetece ir al talego. Y menos si es por haber hecho un favor a la humanidad. Y encima van pavoneándose y presumiendo de ser más rojos que una amapola. Ni os imagináis lo que pueden ocultar ciertos impresentables tras de la máscara. De lejos pueden parecer un campo florido en mitad de un inmenso yermo, pero en las distancias cortas apestan. Mala gente que camina. Quienes no los conozcan que los compren. Yo, ni regalaos.

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