lunes, 12 de septiembre de 2016

Pantera negra

Una pantera negra recorre la sabana
con los ojos henchidos de lágrimas de insomnio.
Huye del cazador que desde antiguo
mora con apetito caníbal en el tuétano
sin fe de sus entrañas.
Pero el fulgor de piedra negra del sacrificio
que emana desde el pozo de su piel azabache,
es un rastro seguro, un faro entre el silencio
de sudario amarillo donde yacen sus sueños.
De súbito un disparo
quiebra la calma tensa que acontece al ocaso
y sus patas se astillan como estrellas fugaces
cayendo desbocadas sobre el magma
frío del Apocalipsis.
Un revuelo de espectros
con alas de murciélago y cáliz de agapanto
celebra la agonía en tanto el alma
mortal del carnicero
entrega al oro fatuo del último crepúsculo
su presa más preciada.
En la altura, los buitres
desmienten con su danza de honras fúnebres
el mito de la aurora.

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