González debería aplicarse su propia receta y, de acabar toda esta
esperpéntica pantomima de pactos en una nueva cita electoral, dimitir
como vocero del Ibex 35 para dar paso a otro mamporrero más cualificado.
O con más fortuna. Porque si vamos a unas terceras, habrá fracasado en
la tarea que le ha sido encomendada por sus amos: tratar de restablecer
el equilibrio, en los últimos tiempos relativamente inestable, del
régimen plutocrático que hace décadas viene saqueando a los pueblos de
España. Y es que tanto impasse puede dar lugar a que los ciudadanos de a
pie terminemos repitiéndonos ―día sí, día también― que sin gobierno
vivíamos mejor.
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