lunes, 2 de mayo de 2016

Mis heroínas favoritas. Edad Contemporánea (1): Greta Garbo (Carlos Parejo)


Al despertarme, mi secretaria me preparaba la primera coctelera, antes del desayuno, para quitarme la resaca. Ponía la radio y leía el periódico de la mañana. Todavía en chinelas y bata de seda, me subían las cartas y telegramas. Las iba contestando con la ayuda de una taquígrafa y mecanógrafa. A continuación, llamadas y más llamadas telefónicas a mis agentes de Hollywood; la protocolaria visita de mi abogado de confianza para invertir en valores en alza, que si estas acciones que subían en bolsa, que si esas onzas de oro o aquellas colecciones de cuadros o joyas. A la hora del aperitivo salía a jugar al golf, el billar o el ping pong. Pasada la sobremesa tomaba mi baño de espumas y sales y entraba en el santuario de mi tocador de cuatro espejos. De allí salía convertida en la mujer más bella y glamourosa de la época. El peluquero más famoso de la ciudad me hacía el corte y peinado más audaz y atrevido, que imitarían mujeres de todo el Mundo. La esteticista dibujaba los contornos de mis cejas y labios, a la vez que esparcía cremas y polvos para producir el efecto deseado en mi rostro. La modista me probaba el traje del día, el que mejor me sentaba y más elegantemente combinaban colores y tonalidades: sombrero, pañuelo, collares, cinturones, bolsos, medias y zapatos. El chofer me recogía para hacer gira por los clubs y teatros más concurridos del momento. De madrugada volvía acompañada de algún amante. Me fascinaba ensayar con ellos nuevas emociones y expresiones. Algunos eran verdaderamente latosos, siempre pinchándose y sorbiendo sustancias que los conducían a paraísos artificiales. Este torbellino de pasiones efímeras quedó atrás para siempre cuando comencé a envejecer y me retiré a la isla sueca de mis sueños, con embarcadero propio, donde me olvidé del Mundo, aunque éste no consiguiera hacer lo mismo conmigo.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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