jueves, 21 de abril de 2016

Sociedades mediocres...

Sociedades mediocres que se creen clase media; tal vez ahí el origen de las mafias patrióticas.

3 comentarios:

  1. No existe patria para una mafia sino familia y el método del chantaje.

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  2. En efecto. No obstante, las mafias político-económicas, que no creen en la patria, utilizan tal concepto como coartada para perpetrar los crímenes con los que se enriquecen. Es por eso que las denomino mafias patrióticas.

    Ahora bien, siguiendo a Roque Dalton, puede que tampoco los pobres ni los trabajadores tengamos patria.

    Así, en su poema "La patria", de "Un libro rojo para Lenin" (1970), nos dice:

    "En las actuales condiciones del mundo,
    la patria para los trabajadores
    sólo existe en aquellos países
    donde los trabajadores conquistaron el poder.

    Los trabajadores soviéticos tienen patria,
    y los chinos,
    y los polacos,
    y los vietnamitas,
    y los cubanos.

    En las sociedades divididas en clases
    (o sea en el llamado "mundo libre")
    en los países donde hay pobres y ricos
    (o sea en el llamado "occidente cristiano")
    la patria es para los explotadores
    el lugar donde ejercen principalmente su explotación
    (o sea donde tienen el "asiento principal de sus negocios")
    y para los explotados
    el lugar donde los explotan.

    Esta situación tuvo desde, luego, una historia
    y en ella surgieron himnos y banderas
    y héroes y sentimientos:
    de todo ello se apropiaron los explotadores
    y construyeron una gran máscara
    para engañar a nuestros ojos y a nuestro corazón.

    Los trabajadores, los pobres salvadoreños;
    los trabajadores, los pobres hondureños;
    los trabajadores, los pobres guatemaltecos;
    no tienen patria.

    Aunque toda la riqueza nacional
    fue labrada con su sangre y el sudor de sus pueblos,
    de sus trabajadores,
    El Salvador,
    Honduras,
    Guatemala,
    son patria únicamente de los dueños de la patria,
    propiedad de los dueños
    de la sangre y el sudor de los pueblos.

    Los explotadores son tan dueños de esas patrias
    que cuando su contradicciones se hacen críticas
    echan a pelear entre sí a sus respectivos pobres.
    Así defienden por la fuerza su interés
    y al mismo tiempo dividen a los pobres
    que cada día están más solos,
    cantando el himno nacional y agitando la bandera,
    en la fría noche de la patria ajena.

    Los trabajadores y los pobres
    solo tienen un medio para tener patria:
    hacer la revolución."

    (sigue)

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  3. Sí, hacer la revolución, pero -y en esto discrepo con Roque Dalton y estoy más con José Ángel Valente- pero no como un medio para tener patria, sino para algo más, para mucho más:

    Así, en "Las palabras de la tribu" (1971) nos dice Valente,

    "Habría que buscar, para descongestión del lenguaje propio y ajeno, el punto histórico de sustitución de la idea o el sentimiento del lugar por el más abstracto de la patria. Porque en lo moderno la patria ha absorbido o anulado el lugar y, siendo como es mayor nuestra pertenencia a la viviente realidad de éste que a la cristalizada retórica de aquélla, la impuesta noción de patria en vez de ser más universal lo es menos y en vez de realizarnos nos desrealiza. Puede aparecer la patria, así desprovista de su natural raíz, como robusta matrona, como airosa bandera, como música entre marcial y solemne, o asumir otras muchas representaciones análogas de las que se desprenden ciertas formas de emoción convencional, a veces notoriamente falsificada. El lugar no tiene representación porque su realidad y su representación no se diferencian. El lugar es el punto o el centro sobre el que se circunscribe el universo. LA PATRIA TIENE LÍMITES O LIMITA; EL LUGAR, NO. Por eso tal vez fuera necesario ser más lugareño y menos patriota para fomentarla universalidad. [...]

    La idea del retorno a lo nativo, tan importante para algunos románticos, está impregnada por un poderoso sentimiento de lugar o por una visión en que patria y lugar coinciden. Pero el proceso totalizador del espíritu de nación, al que la filosofía romántica tampoco fue ajena, contribuyó poderosamente al empobrecimiento o al desprestigio de la noción o del sentimiento de lugar en favor de proyecciones ideales, aparentemente superiores, cuya amenazadora naturaleza no tardaría en tomar cuerpo histórico. Por eso no deja de ser alarmante que determinados seudorrealismos revolucionarios hayan terminado en una visión histérica o interesada de la noción de patria que, en un principio, estaban llamados a superar."

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