En el ignominioso asunto este de los papeles de Panamá y otros paraísos fiscales, hay dos tipos de ratas igualmente nauseabundas. De un lado, los bastardos que han usado sociedades opacas en manos de testaferros para la evasión y elusión de impuestos. De otro, los cobardes hipócritas que, dentro de una legalidad que apesta a injusticia, pero perpetrando idéntica o aún más grave inmoralidad, se han valido de ese instrumento mafioso que son los paraísos fiscales para tributar menos de lo que les correspondería de no existir tales estados vampiro, y llevan toda su vida presumiendo de solidarios y progresistas o babeando patria. Estos últimos me mueven todavía más que los primeros a la náusea.
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