En el meollo del brote
más tibio del origen
del cántico ha hecho nido
la oruga del fracaso.
Preñada viene de hambre.
Suda escarcha, trepana,
seca los ríos de savia
y horizontes que sirven
de alimento a las musas.
Ecdisis tras ecdisis
gana en crueldad y crece
su vigor. Teje en torno
del aullido hecho verso
una tela de araña
que amordaza el empuje
lujurioso del verbo.
Pronto será crisálida
augurando, silente,
el vuelo de la bestia:
la esfinge de la muerte.
Tenebroso poema
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