Nadie acudió a la cita,
salvo tú y yo. Y, frustrados,
pensamos “qué fracaso
de tertulia poética.”
Pero las apariencias,
a veces, por fortuna,
ya se sabe que engañan.
De modo que acabamos,
luego de haber estado
toda la noche hablando
de poesía y sexo
―porque obras son amores, me dijiste—,
pasándonos de súbito a los hechos.
¿Será verdad o mentira?
ResponderEliminarSiento, Carlos, tener que dar una vez más la razón a Pessoa cuando dijo aquello de que el poeta es un fingidor.
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