(tormenta seca)
Descalzo por las calles
vacías, voy pisando
los charcos que han quedado
tatuados en las cuencas
sedientas de mis ojos
por zarpas de relámpago
trajeadas de sequía.
Desnudo, voy buscando
no sé a quién ni si existe
esa cálida urdimbre
tejida con los hilos
del sol y el aguacero
sobre el lienzo sudario
de la melancolía.
Pero de mis muñones
sin huellas sólo cuelgan
pingajos de pupilas
amputadas y harapos
de polvo árido y sombras.
Tormenta y pobreza, mala mezcla
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