Estimado rebaño:
Pretendo en estas letras
hacerte comprender
que no he de ser quien venga
a alertarte del grave
peligro en que te encuentras
por la proximidad
sempiterna del lobo.
Así que si escuchases
“EL LOBO EL LOBO EL LOBO”,
no pienses ni un instante
que son mis alaridos.
Jamás haré tal cosa.
Y no por miedo a ser,
tal como le ocurriese
a aquel pastor de Esopo,
culpable de que acabes
devorado en sus fauces.
Es sólo que es inútil.
Mientras sigas formado
por corderos sumisos
y mudos, llevarás
unido a lo más hondo
de ti a tu propio lobo.
hacerte comprender
que no he de ser quien venga
a alertarte del grave
peligro en que te encuentras
por la proximidad
sempiterna del lobo.
Así que si escuchases
“EL LOBO EL LOBO EL LOBO”,
no pienses ni un instante
que son mis alaridos.
Jamás haré tal cosa.
Y no por miedo a ser,
tal como le ocurriese
a aquel pastor de Esopo,
culpable de que acabes
devorado en sus fauces.
Es sólo que es inútil.
Mientras sigas formado
por corderos sumisos
y mudos, llevarás
unido a lo más hondo
de ti a tu propio lobo.
El miedo al cambio nos hace corderos sumisos al lobo, efectivamente
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