Ulula el viento y mana
desde el nervio humoral de lo telúrico
un grito a contravuelo
con vocación de pájaro
de fuego inmune al tiempo.
Pero la batahola,
irrefrenable, arrecia,
desollando a su paso
el aliento del cántico
y dejando sus restos
moribundos sin eco
a merced del olvido.
Viento amable o cruel, igual que los hombres
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