Me digo “no hay salida”.
Pero el problema es otro.
No el laberinto. No
la mazmorra. Ficciones.
La burbuja. El espacio
y el tiempo. La isla. El muro.
Ficciones. El problema
—o ficción de fricciones—
se ubica en lo vacío
y el yo, desubicado,
en su centro —no hay centro,
yo, problema, burbuja,
isla, muro ni etcétera—
a punto de salirse
y no por la tangente
—no hay tangente. F(r)icciones.
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