Me digo “no hay remedio”.
Pero el problema es otro.
No el buril. No la grieta
en lo vacuo. Ficciones.
La cicatriz. La ruina
sin puntal. Los pingajos.
Ficciones. El problema
—o ficción sin fracciones—
se ubica en la estructura
sin fisuras del vértigo,
quebrando, como a un pollo,
el cuello a la esperanza.
No hay por tanto problema,
sólo plumas sin aire
hundiéndose en la aguas
de una cloaca de ausencias
—ausencia: inexistencia—.
El problema —¿ya os dije
que no existe remedio?—
es la inviabilidad
de la formulación
del problema. F(r)icciones.
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