Me han
abatido, echado
por tierra
como al árbol
el hacha
impenitente
del leñador
furtivo,
los
fantasmas de un tiempo
que no ha de
regresar
y que ya no
recuerdo
si viví sólo
en sueños.
Un sudario
otoñal
de bruma y musgo
empieza
a envolver
la madera
que agoniza,
pudriéndola.
Se diría que
el tiempo,
mi tiempo,
nuestro tiempo,
se agotó o
es tan fútil
y escaso que
no queda
nada ya
salvo darlo
por muerto o
por perdido.
¡No es
cierto! Bajo el manto
funerario que
cubre
primaveras
de flores
y veranos de
frutos
que acabaron
pudriéndose
en el suelo,
aún palpita
un vasto
corazón
de leña ardiente y viva
ansiando calentar
tu invierno
con su fuego.
amor es Calentar tu invierno con su fuego, concisa y cabal afirmación
ResponderEliminar