Era suave, peludo, pequeño y muy blandito. Lo bauticé Platero, por su
color de luna llena. Y fui demandado por los herederos de no sé qué
señor, acusado de haber violado sus derechos de autor. No me quedó otra
que venderlo a saldo para poder hacer frente a la minuta de mi abogado.
Perdimos. Lo echo mucho de menos (no al abogado, al perrito).
Jajaja.
ResponderEliminarMe gusta cuanto te pones irónico Rafa, además de tu lado creativo, además de…
¿Y muy blandito? Pobre perrito!
Besos, dos.
¿Se te ha desteñido la perra con la ola de calor?
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