En esta deriva neoliberal hacia la catástrofe a la que nos han arrojado
con cajas destempladas, a todo político que accediese al desempeño de un
cargo público se le debería exigir por ley la suscripción obligatoria
de una póliza de seguro de responsabilidad civil por daños a terceros. Y
con régimen de bonificaciones y penalizaciones según el número anual de
“siniestros”. Aunque, tal y como están las cosas, a más de uno le iba a
salir por un pico.
Pues si, que ya está bien que todo sea conspirar, votar y engordar
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