No desgarró tres veces
aquel canto anunciado
su sueño en duermevela
antes de la alborada.
(¡Quién no hubiera tejido,
con los hilos cariados
del silencio, esperanzas!)
A la hora del almuerzo
le fue servido un plato
de gallo en pepitoria.
"Hoy no tengo apetito"
—dijo a su carcelero.
"Eso no importa. Come.
Vas a necesitar
mejor cuantas más fuerzas
para hacer el camino
que ha de llevarte al Gólgota."
Bíblico estamos
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