En la niebla incolora,
inodora e insípida
se disuelven mis manos
tendidas hacia el límite
de un sueño —un horizonte
imposible de azogue—
que ardió bajo la lluvia
mudándose en cenizas
más frías que el espanto.
De los muñones penden
jirones de alas de ángel
arrancadas de cuajo
del corazón sin sangre
de la clepsidra origen
del colmillo y la llaga,
y el eco del poema
deambula sin pupilas
por breñas infectadas
de esquirlas de destiempo,
y esto es el fin del mundo.
Sospecho que en mi ignota
deriva he rebasado
la línea tras la cual
no hay regreso posible,
mas me sigo mintiendo
piadoso como un diablo,
encadenado al mástil
de un recuerdo impostado.
A veces tenemos que encadenarnos para resistir y no sucumbir a esos cantos de sirena que tratan de seducir nuestro casancio...¡¡ Resiste, Poeta!! , ¡¡ No des por imposible la utopía !!
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