Deconstrucción
El hombre-lobo es lobo para el hombre rumiante, el hombre-bobo
que, con los ojos turbios, se sueña a corto plazo,
ocupando la cúspide
de un zigurat en ruinas
de carroña e idiocia,
devorando.
Hay que arrasar los prados ―derribar las pirámides—
hasta secar con cal, vinagre y fuego, el tuétano del hongo y la
amapola,
y, repartiendo el hambre, sembrar en las cenizas, en los surcos
sin gula
ni colmillos
pan ácimo.
De hombres bobos que ascendieron precipitadamente están llenos los palacios de justicia
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