nos tratan como harían
con un animalillo
baladí un conejito
de Playboy o de granja
o de laboratorio inoculado
con el germen patógeno
de la revolución siempre pendiente
o echada en el olvido
en un mundo sin tiempo
ni lugar dominado
por ellos los mezquinos
e inicuos portadores
de relojes y mapas
agria y desesperanzada visión del poder que maneja nuestros destinos
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