A Pablo Hasél
“!Que se jodan!”Andrea Fabra
Lo digo sin ambages:
yo también los detesto.
Ellos me han enseñado
a odiar desde pequeño.
Con ruines catecismos.
Con leyes y decretos
que niegan la justicia
que merecen mis muertos;
que siembran la miseria
–esqueje deshonesto
del que brotan sus rancios
e injustos privilegios.
Yo también los detesto.
Y es mi odio tan fuerte
que ruego a la tormenta
un rayo que atraviese
sus pétreos corazones
y les cause la muerte.
O mejor –qué demonios,
es descanso la muerte–
que una luz cegadora,
un disparo de nieve,
los condenen sin tregua
al hambre y la intemperie.
Yo también los detesto,
los odio en cuerpo y alma.
Pero debo callarlo,
pues mi odio de palabra
recibe por castigo
cadenas y mordazas.
Porque su odio es de obra,
porque son alimañas
amparadas, cobardes,
en sus leyes bastardas.
Porque mi odio es defensa
propia. Y el suyo mata.
yo también los detesto.
Ellos me han enseñado
a odiar desde pequeño.
Con ruines catecismos.
Con leyes y decretos
que niegan la justicia
que merecen mis muertos;
que siembran la miseria
–esqueje deshonesto
del que brotan sus rancios
e injustos privilegios.
Yo también los detesto.
Y es mi odio tan fuerte
que ruego a la tormenta
un rayo que atraviese
sus pétreos corazones
y les cause la muerte.
O mejor –qué demonios,
es descanso la muerte–
que una luz cegadora,
un disparo de nieve,
los condenen sin tregua
al hambre y la intemperie.
Yo también los detesto,
los odio en cuerpo y alma.
Pero debo callarlo,
pues mi odio de palabra
recibe por castigo
cadenas y mordazas.
Porque su odio es de obra,
porque son alimañas
amparadas, cobardes,
en sus leyes bastardas.
Porque mi odio es defensa
propia. Y el suyo mata.
Ni de obra ni de palabra, nada bueno nace del odio
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