lunes, 9 de diciembre de 2013

El hombre preso en la red: tecleado tercero (Carlos Parejo)


Joaquim estaba cada vez apesadumbrado con sus crecientes molestias en los ojos, cuando recibió la vista del responsable financiero de una empresa del IBEX 35. Fue una agradable noche de primavera, justo antes de cerrar. La persona a investigar: Alfredo Pérez Pérez apodado “El Zorro”, el magnate que ponía ladrillos en cualquier rincón del país. Debía interpretar todos sus correos electrónicos, llamadas fijas y móviles, intervenciones en las redes sociales, que alguien había pinchado…. Interpretar quería decir ir sistematizando todas las debilidades personales de este magnate hecho a sí mismo: relaciones familiares, vínculos sentimentales, prácticas sexuales, adicciones diversas del mundo del lujo como el alcohol, las drogas de diseño, el juego y la práctica de deportes como el golf, la navegación marina y la caza salvaje. Joaquim se pasó semanas recorriendo los mismos lugares que “El Zorro” para comprender mejor su modo de vivir y actuar; simplemente, con la ayuda de un teléfono móvil que en la palma de la mano, que le marcaba la dirección correcta en que se encontraba el objeto de su oscuro deseo; sin tener que clavar su mirada en la pantallita diminuta y perderse lo que quería ver mientras caminaba. Se decía que se había vuelto un detective medio humano, medio máquina. Pero no creáis que fue un trabajo fácil separar el trigo de la paja. Cuánto parloteo estúpido, sexo vulgar, aullidos fanáticos, exabruptos e insultos. ¡Cuánta basura electromagnética trasmitida a toda velocidad contamina el aire el aire que respiramos¡ En seis meses, Joaquim asistió a la cruel y soterrada partida de ajedrez que se puso en marcha para dar jaque y mate a este rey blanco. Primero vino la separación de su mujer y la pérdida de la custodia de sus hijos. Más tarde tuvo lugar la reclusión en la cárcel de sus habituales abastecedores de “paraísos artificiales”. Y a ello se le sumó la expatriación por delitos financieros de algunas amistades íntimas. El cerco se había cerrado… El Zorro se suicidó una gélida noche otoñal.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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