Mirando al ser humano, desconfío
de que haya alguien dispuesto a dar su
vida
a cambio de otra vida, por querida
que aquella fuese, tras pensarlo en
frío.
Y sin embargo, y no es un desvarío,
sé que si te advirtiese desvalida
hundiéndote a merced de su avenida,
me arrojaría, en tu socorro, a un río.
Sería un ademán, teniendo en cuenta
mis nulas aptitudes para el nado,
inútil y fatal, amén de osado.
Pero qué pena ahora que, en la
hambrienta
crecida de la más cruel pesadilla,
te hundes, no hallar la senda hasta la
orilla.
Se hunde, nos hundimos.
ResponderEliminarEstoy segura que lo harías.
Un beso, Rafa (te enseñaré a nadar, mira... por eso no vuelo, mi medio es el mar)
Ya sabes, este verano a practicar nado en La Bota, entre cerveza y cervaza
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