domingo, 9 de junio de 2013

No he de decir tu nombre

Hace tiempo debieron
cerrarte por reformas
–o por reconstrucción;
tan grande es tu ruina.
Pero los mercaderes
de lo ajeno prefieren
malvender hasta el último
dolorido cascote
y luego echar el cierre
–para evitar que traten
cada noche a las 12
de escapar tus fantasmas.

Antaño se afirmaba
que algo muy diferente
a ti tomaba forma
detrás de las montañas,
que en ellas te acababas
–hoy te acabas sin límites
agotada en ti misma
sobre el mar, desangrada.

No he decir tu nombre.
No he de correr el riesgo
de desgarrar tus carnes
como hacen tus verdugos
cuando en vano te nombran.

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